Cansada de médicos, harta de dentistas y odontopediatras. Hoy traigo un clásico, una canción para relajarse con el murmullo de las olas, la suave melodía, el mítico silbido y la fantástica voz de Otis Redding.
(Para rockeros acérrimos, la versión que Pearl Jam hizo de este tema AQUÍ, aunque en mi opinión la original es muy superior.)
Hoy se celebra el Día Nacional del Celíaco en nuestro país. La celiaquía es una enfermedad crónica, y para aquellos que la padecen comer sin gluten es una necesidad, una obligación, y no una moda dietética promulgada por el imbécil o la pedorra de turno.
Así que aprovechamos este día para difundir un poco más esta enfermedad (y también el resto de intolerancias alimentarias!!!), para pedir que los precios de productos "sin" se abaraten, y para pedir a los gluteneros un poquito de consideración con el prójimo celíaco (Por ejemplo: es de mala educación -por no decir que está hecho con muy poco respeto y muy mala leche- dejar bandejas de galletas no aptas (como Nevaditos) en el puesto de trabajo de un celíaco, para que "todos" coman (todos menos el celíaco, claro, y de paso le dejan el puesto bien llenito de migas)).
"¿Cómo sabemos que él no contiene gluten?"
¡¡¡A todos los celíacos, mucho ánimo!!! Y recordad que si necesitáis recetas, información, o compartir vuestras experiencias con otros celíacos, podéis echar un ojo a los blogs de mi querida hermana (hala, publicidad gratis por la patilla :-D)
Ya conté en alguna ocasión el gran invento que supuso allá por los noventa la antena parabólica en mi casa: con ella veíamos canales de música de la televisión británica, y gracias a ellos conocí a muchos grupos de la Pérfida Albión, como a los chicos de The Cult. Recuerdo que este vídeo de She Sells Sanctuary lo ponían a todas horas, me encanta esta canción, los bailecitos del cantante Ian Astbury, su aspecto (en un comentario lo definían como un cruce entre Steve Tyler y Jack Sparrow), y sobre todo su presencia y su voz.
Y aún sin ser una gran seguidora de esta banda, os dejo también con esta otra fantástica canción, Fire Woman.
¡Cómo me gustan! Creo que voy a tener que escucharles más. ¡¡¡Feliz viernes y buen fin de semana!!!.
No odio el fútbol, de verdad que no. He visto muchos partidos, y de niña incluso he repartido patadas en alguna ocasión. Me gusta que gane nuestro equipo local, y me encanta cuando un equipo modesto gana a uno de esos que manejan millones de euros. Tolero incluso que el mundo se paralice cuando hay un encuentro importante: calles cortadas, autobuses desviados, taxis inexistentes, abolición de las normas básicas de circulación y estacionamiento... Y no pongo el grito en el cielo cuando dos (o tres) equipos de fútbol monopolizan las secciones deportivas de los telediarios (de los ciclistas y atletas, por ejemplo, sólo se acuerdan cuando ganan o se dopan, mientras que se informa pormenorizadamente si Fulanito del BarÇa tiene hemorroides, o qué nuevo anuncio de refrescos ha protagonizado Menganito del Madrid). Todo esto lo puedo admitir. Pero lo que no me gusta, lo que detesto profundamente, lo que aborrezco con toda mi alma es la idolatría que en este país se le profesa al denominado deporte rey, manifestada incluso en pequeños detalles de escasa importancia: La primacía absoluta del fútbol. Vas al parque en busca de una jornada apacible de carreras y sobresaltos detrás de tus churumbeles más pequeños para que no se maten en los columpios, escapen a la carretera o les secuestre un pederasta. ¿Y qué te encuentras? Con tres o cuatro partidillos de fútbol, y ninguno de ellos en las pistas habilitadas al efecto (en caso de que las haya): unos juegan junto a los columpios, otros usan las escaleras como portería, y otros los bancos. O vas al cole a recoger a tus hijos, y te encuentras a media docena de enanos de Educación Infantil (que salen cinco minutos antes) a balonazo limpio contra la puerta o las paredes en las que padres y abuelos están apoyados esperando la hora de la salida de los de Primaria. El resultado es evidente: andar esquivando balones perdidos, o recibir balonazos en distintas partes del cuerpo. Yo ya me he llevado varios (¿tendré algún imán, o me verán cara de portería?) en la cabeza (menos mal que no es un órgano vital), unos en el parque, y el último en el porche del cole no hace muchos días. Mis hijos también han llevado balonazos en la cabeza por andar jugando en la acera. ¡Es que a quién se le ocurre! ¡¡Molestar a unos niños jugando al fútbol!! ¡¡¡SACRILEGIO!!! Y que no se te ocurra protestar ni decirles nada, que en seguida vendrán sus padres a recriminarte por no dejarles todo el espacio que necesitan para jugar, a espetarte un "¿Cómo te metes en el medio? ¿No ves que están echando un partido?" o un "¡Cómo te pones por una tontería!". Porque el fútbol es sagrado, y al igual que a las vacas sagradas en la India, a los niños que juegan con la pelotita hay que respetarles por encima de todas las cosas, apartarse de ellos, y no molestarles con menudencias. ¿Que juegan en plazas privadas, calles peatonales, lugares de paso, entradas de edificios (es decir, cualquier sitio que a ellos les dé la gana -siempre que no molesten a sus atentos padres, claro)? Pues todo el mundo debería pararse a contemplar el espectáculo, hacerles la ola, aplaudirles, y festejar con ellos la victoria. Y nada de quejarse porque casi te vuelen la cabeza, hombre. El menosprecio a todo lo que no sea fútbol. La primacía del fútbol se manifiesta también en cómo etiquetamos a los niños. Seguro que todos hemos oído hablar de frikis de los dinosaurios, frikis de los libros, frikis de Star Wars o frikis del manga japonés. ¿Pero alguien ha escuchado alguna vez el término frikis del fútbol? Ah, no, porque ese término tiene, para la gran mayoría, connotaciones negativas -aunque algunos reivindiquen su frikismo con orgullo. Los niños que están interesados única y exclusivamente en el fútbol no son frikis, son aficionados o apasionados de este deporte. Y los que no lo abrazan con devoción fervorosa son los raros, los frikis, y los marginados. De ahí que muchos vean la necesidad urgente de que "a este niño TIENE QUE gustarle el fútbol". Pues no le gusta, y por muchos álbumes de cromos que le lleves, y por mucho que le insistas/coacciones/obligues a jugar seguirá sin gustarle. A ver si aprendemos a respetar a la gente (niños o mayores) a la que no le gusta el fútbol.
Los valores que transmite. Nos venden la idea del fútbol como un deporte sano, y ciertamente lo es. O lo era. Me entristece ver el empeño enfermizo de muchos padres en que sus hijos sean los próximos messis o cristianos. Me recuerda a esas madres norteamericanas obsesionadas con que sus hijas ganen esos degenerados y dantescos concursos de belleza infantil. Nada más aprender a andar, ya les apuntan al equipo de fútbol de rigor. Y no sé si se lo enseñan allí, en su casa, o en los estadios, pero ver a niños pequeños tirándose al suelo entre grandes gritos y haciendo que se retuercen de dolor, simulando faltas inexistentes (esto en mi pueblo se llama engañar y hacer trampa, no sé si ahora se considera una práctica deportiva aceptable), cuando no encarándose con el rival o insultando al árbitro, es bastante lamentable. Di tú que más lamentable -a la par que muy revelador- es leer en las noticias cómo los padres de algún niño/ futbolista en ciernes linchan al árbitro por perjudicar o no favorecer al equipo de su retoño. Y esto por no hablar de la actitud, las reacciones violentas al terminar los encuentros, los gestos, los insultos, las amenazas, los cánticos, y las variadas lindezas que algunos aficionados suelen vociferar (muy dados a acordarse de las madres de los rivales y del equipo arbitral, por cierto), que muchas veces los verdaderos energúmenos están en la grada y no en el campo.
¡Qué niño más listo, mira qué bien enseñadito está!
El endiosamiento de algunos futbolistas. Sí, ya sé que desde siempre han existido ídolos de masas (y seguro que habrá alguna explicación psicológica o antropológica que justifique su existencia) pero pienso que antes los modelos a imitar eran algo más decentes (o al menos bastante más discretos). ¿En serio es un buen modelo a seguir un fulano chulo, o violento, o macarra, o ignorante, o vanidoso, o egoísta, o materialista, o racista, o maltratador (o todos los demás adjetivos que se os ocurran) cuyo ÚNICO mérito es saber jugar bien a la pelota? ¿Justifica esta habilidad todo lo demás? ¿Sirve para pasar por alto todos sus demás defectillos? Los niños, alentados por su entorno, sus padres, y los medios de comunicación, quieren ser como "el crack" Fulanito porque gana millones y millones, conduce deportivos de lujo, anda con supermodelos (que sólo están con él por su encantadora personalidad, claro), y hace y dice lo que le viene en gana (defraudamos un poco por allí, dejamos algún hijo perdido por allá, nos vamos de fiesta descontrolada...).
Nos hemos creído las ideas de libertad y tolerancia, hemos asimilado los mensajes del marketing que nos bombardean con la importancia de ser original, ser diferente, ser único, ser uno mismo, y los hemos confundido con la realidad. Y la realidad, en este nuestro amado país de pandereta, es que NO ES BUENO TENER CRITERIO PROPIO, sino que TIENE QUE gustarte todo aquello aprobado por la mayoría, como las pelis de Almodóvar, la serie de Aída, la Belén Esteban, el flamenco y el fútbol. Porque todo lo que se desvíe de la norma, todo lo minoritario, todo lo que no tenga máxima audiencia en el prime time ni salga en las portadas de las revistas, todo lo que no esté de moda y sea trendy, será tachado de elitista, rarito, snob, o peor aún: friki.
Así que, hermanos míos, acatemos humildes la divina voluntad de la Santa Sociedad, y arrodillémonos todos ante el dios del fútbol.
En mis tiempos mozos, todos los heavys de bien llevaban camisetas de Megadeth o de IronMaiden, como si en el universo metalero no existiese nadie más. ¿Estarían en oferta? ¿No vendían otros modelos en la tienda? No lo sé. Pero el caso es que, personalmente, conocí a estos grupos antes por aquellas prendas estampadas con las portadas de sus discos que por su música.
Mi hermana tenía una con este dibujo.
Hoy os traigo una canción de los británicos Iron Maiden. Quizá no sea una de las más cañeras de la banda, pero es una de mis favoritas. Se titula Can I play with madness? y es de 1988. Espero que os guste.
Jeremyfue una de las primeras canciones que escuché del grupo Pearl Jam allá en la década de los noventa, pero como tantas veces ocurre, no fue hasta hace poco que reparé en la letra y en el vídeo. Como bien podréis deducir por la imagen que precede estas líneas (perteneciente al vídeo, que debido a la censura fue eliminada), no se trata de una canción amable ni de buen rollo (bueno, ¿acaso alguna del movimiento grunge lo es?).
Se basa en hechos reales, en la triste historia de un chico de 16 años que se suicidó frente a sus compañeros de clase en Texas. La wikipedia comenta que la letra de esta canción "narra la falta de atención que los padres prestaban al
adolescente, objeto de burlas y bromas de otros, lo que podría haberlo
llevado al suicidio" (enlace al artículo completo aquí).
La censura estadounidense obligó a eliminar dos escenas del vídeo: una en la que todos los alumnos de la clase hacen el saludo nazi, y la escena final en la que Jeremy se mete la pistola en la boca. No he podido encontrar el vídeo completo en Youtube, pero podéis verlo siguiendo este enlace aquí.
La letra en español:
Jeremy
En casa, dibujando cimas de montañas, con él, arriba.
Sol amarillo limón.
Brazos alzados, en V. Los muertos yacen abajo, en piscinas de color marrón
Papá nunca le prestó atención al hecho de que a mamá no le importaba.
Rey Jeremy, El malvado, gobernaba en su mundo.
Jeremy habló en clase hoy.
Claramente recuerdo meterme con el chico,
Parecía un mierdecilla inofensivo,
pero liberamos a un león.
Enseñó sus dientes y mordió a la profesora en el recreo.
¿Cómo voy a olvidarlo?
Y me golpeó con un izquierdazo sorpresa
que me dejó la mandíbula dolorida, y completamente abierta
igual que el día, que el día que lo escuché.
Papá no le dio afecto,
y el chico era algo que mamá nunca se pondría.
Rey Jeremy, El malvado, gobernaba en su mundo.
Jeremy habló en clase hoy.
Intenta olvidar esto... Intenta olvidar esto...
Intenta borrar esto... Intenta borrar esto...
De la pizarra......
Jeremy habló en clase hoy.
Jeremy habló hoy, habló hoy.
Jeremy habló en clase hoy.
Versión oficial (y censurada) del vídeo:
Ojalá todos los padres nos demos cuenta de la importancia vital de educar a los hijos involucrándonos en su desarrollo y en su vida, prestándoles la atención que merecen, y aprendiendo a establecer un orden de prioridades correcto en relación con ellos. La tan cacareada CONCILIACIÓN NO EXISTE ni de coña. Mi punto de vista es que SI UNO NO ESTÁ DISPUESTO A SACRIFICAR SU ESTILO DE VIDA ACTUAL POR SUS HIJOS, MEJOR QUE NO LOS TENGA, y que se compre un Furby. (Ah, no, que hay que ser tolerantes, y no criticar a nadie, que pareciera que ser padre ya es un salvoconducto para obrar como a uno le viene en gana, y le da inmunidad ante el resto del mundo. Venga: a traer hijos a este mundo y a criarlos de cualquier manera, que el resto de la sociedad -empezando por los propios niños- ya pagaremos las consecuencias.)