martes, 31 de julio de 2012

RECORDANDO EL PARTO: LA MÁQUINA DIABÓLICA

DE CÓMO EL FUTURO PADRE IBA CANTANDO LAS CONTRACCIONES


De mis tres partos, el peor fue, sin duda y con diferencia, el primero. 
Vaya por delante que, gracias a Dios, los tres han sido francamente buenos; pero, analizando y comparando mis experiencias en este campo, me reafirmo en que los peores tragos los pasé al dar a luz a mi primogénito. 
Casi seis años después, alguno de esos episodios los recordamos mi marido y yo entre risas, pero en su momento ¡maldita la gracia que me hizo!
Supongo que muchos habréis reconocido el aparatejo infernal que ilustra esta entrada. Sí, es el monitor que registra las contracciones de la parturienta (en aquella ocasión, servidora), y el futuro padre no tuvo nada mejor que hacer que sacarle una foto al dichoso artefacto. Pero no se conformó con eso, no. Ahí se pone el hombre a "cantar" las contracciones como los niños de San Ildefonso con la lotería de Navidad: "¡Ahora viene una gorda!", me previene, como si yo ya no la hubiera notado (y sufrido). 
Supongo que estaba tan perdido, nervioso y asustado como yo, o puede que más, porque en una de estas que intentó calmar mi dolor acariciándome (no recuerdo si la espalda, o la cabeza, o el brazo) descubrió cómo me transformaba en una Furia al grito de "¡¡¡NO ME TOQUEEEEEEES!!!" A esto siguió un arrebato de ira y rabia pre-parto: "¡¡¡No vuelvo a tener otro en la vida!!! ¡¡¡¡Me mueeero!!!! ¡¡¡Que me pongan la epidural YAAAAA!!! 
Quedaría muy bien que dijera que me levanté de la cama arrancándome las correas del monitor, y la vía con la oxitocina sintética, que me opuse al rasurado y reduje a la que vino con el enema, que le rompí los dedos a la que hacía los tactos, que destrocé el monitor y le hice una llave de judo a la que intentó practicar la episiotomía. Pero estaba tan paralizada por el dolor, y la incertidumbre, y el no saber lo que era normal o no, que no hice nada de eso. Me dejé llevar y me dejé hacer, deseando que todo aquello acabase cuanto antes. 
Y todo acabó pronto (más o menos ocho horas desde el ingreso), y todo acabó bien. 

Afortunadamente, las cosas en el Hospital Materno-Infantil donde nacieron mis niños han cambiado muchísimo -para bien. Pero de eso ya os hablaré otro día.


"El mundo exige resultados. No le cuentes a otros tus dolores del parto. 
Muéstrales al niño."
Indira Ghandi

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