DE CÓMO ALGUNOS ADULTOS GENERAN UNA
SUSTANCIA ADHESIVA DE FIJACIÓN EXTRAFUERTE QUE NO LES PERMITE MOVERSE DE SU
(CÓMODO) SITIO
PROHIBIDO MOVER EL CULO EN FAVOR DE LOS HIJOS |
Estábamos en el restaurante del IKEA tomando
un café (está bien, lo confieso, yo pedí un chocolate con churros) mientras los
niños jugaban. Llegaron dos niñas, una tendría tres años y la otra quizá nueve,
qué se yo. Las acompañaban dos señoras mayores, que no tardamos en identificar
como la abuela y su hermana. La niña más pequeña no paraba quieta, corriendo de
aquí para allá, quitándose las botas, ignorando a su abuela, saltando las
escaleras, pidiendo comida al resto de la gente, tirándose por el suelo… nada
que no haga cualquier niño sano de edad similar. Hasta que la niña decidió que era
muy divertido dirigirse a su abuela, y también a mi hijo mediano, con la frase
“hola tonto”. Y aún más divertido era aplastarle la cabeza a mi hijo pequeño
(de 19 meses) contra el suelo. Ahí ya saltamos el papá y yo al rescate del churumbel,
que se limitó a poner su característico “morrito” de desolación, sin verter una
lágrima (porque eso sí, nuestros niños son de piedra, y no de mantequilla). A
la niña le recriminamos su acción de buenas maneras, claro, pensando que ya la
abuela le diría lo que viene al caso. ¿Y qué hizo la buena mujer? NADA.
Quedarse con el culo pegado a la silla. Ni una palabra le dijo, se conoce que
ya había gastado el cupo de reprimendas cuando le espetó “ven a la sillita de
pensar” (y yo sin saber que las tenían en IKEA) cuando la desobedeció al
quitarse las botas (y ni puñetero caso le hizo a la abuela, claro).
A la mañana siguiente, el papá llevó a los
niños al cole. Dejó al mayor en su fila, y acompañó al mediano a la suya, la de
los niños de tres años. Allí estaba, tranquilito y bien colocadito, hasta que
uno de sus compañeros le atiza con la bolsa de la merienda en la cabeza. El
mediano, que es de pocas palabras pero de reflejos rápidos, se la devuelve
(allá van las galletas de dinosaurus hechas añicos). El papá sale de su sitio
para mediar en el conflicto. El adulto responsable del niño agresor (en este
caso, su abuela) no mueve ni un músculo. El papá se retira, pensando que la paz
se ha instaurado. Iluso. Como si no conociera a su propio hijo: el mediano, un
hombre de acción, no está satisfecho con las negociaciones, por lo que se
dirige al niño y le salta –literalmente- a la yugular. Y el
otro niño, que tampoco es manco, va y le propina un tirón de pelos (ay, los
preciosos ricitos de mi niño). El papá que vuelve a intervenir. Y la abuela que
vuelve a no hacer NADA, ni para reprender a su nieto, ni tampoco, cosa rara,
para defenderlo.
¿Pero qué pasa con estas dos abuelas? ¿Qué
pasa con el creciente número de adultos, tanto padres como abuelos, que no
hacen NADA cuando sus hijos o nietos la montan? ¿Qué lumbrera dictaminó que no
hay que darle importancia a las cosas que les suceden? ¿A qué imbécil se le
ocurrió aquello de que no hay que intervenir en los conflictos de los hijos,
que tienen que aprender a solucionar ellos solos sus problemas, que así maduran
y se hacen autónomos? Me río yo de los padres que abogan por la “no
intervención” cuando sus hijos son los que atizan, los que abusan o los que
insultan; los mismos que –oh, casualidad- cuando sus hijos son los agredidos,
los humillados o los ofendidos, intervienen, ¡y de qué forma!, con toda la mala
leche y la mala educación del mundo.
Así que, a los padres comodones y egoístas
que se escudan en el “son cosas de niños”: ¡moved el culo!
Y a aquellos que no podemos quedarnos
quietos cuando les hacen algo a nuestros hijos, aún a riesgo de que nos tilden
de “sobreprotectores” (uf, uno de los peores insultos para un padre): ¡bien
hecho! ¡Seguiremos moviéndonos!
Alucinando me quedo con lo que te pasó. Pero si lo estoy viendo como una cosa llamémosla "normal", sin serlo, claro está.
ResponderEliminarY yo creo que va a más! Basta fijarse en los típicos calientabancos de los parques, demasiado ocupados en sus charlas (o en sus tablets) como para velar por sus hijos.
ResponderEliminarUn saludo, Alejandro, y gracias por tu visita y tu comentario.
Y yo por qué no he visto esta entrada??? Que no me enterooo!!!
ResponderEliminarDesde luego que esta gente se soprenderá en un futuro porque sus nietos/hijos sean unos maleducados o unos delincuentes juveniles, pero la educación comienza en casa!
Esperemos que el peque también pase a la acción y no consienta que ninguna niña estúpida le aplaste la cabeza!
Besitos y felicidades por tu blog :-)
Gracias! Y por cierto, justo ayer vivimos otro episodio similar en la mini-piscina de bolas del Pans & Company. ¡Estamos rodeados!
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