DE LOS PELIGROS DE LOS ALARMISTAS CON SU INSUFRIBLE ALARMISMO
El alarmismo materno es un mal común que nos aqueja desde el mismo momento en que decidimos comunicar al mundo nuestro estado de buena esperanza. Contrariamente a lo que pudiera parecer, las madres solemos ser las principales víctimas de este mal, y no las causantes.
Las madres, por lo general, no solemos ser alarmistas en extremo, ya que algo en nosotras, -llámese sentido común, intuición, o instinto- actúa de tal forma que nos lleva a discernir, la mayoría de las veces con acierto, la naturaleza peligrosa (o no) de determinada situación, a la vez que nos frena para no caer en la histeria del alarmismo sin mesura (la preocupación justificada, las dudas, el temor y el instinto de protección son otra cosa. No se me confundan).
La verdadera amenaza del alarmismo materno procede del exterior, y se cierne sobre nosotras cuando menos lo esperamos y aún menos lo necesitamos. Los alarmistas proliferan a nuestro alrededor como los champiñones en temporada de setas. Se camuflan entre nuestros parientes, amigos y vecinos, y también -cómo no- entre perfectos desconocidos. Todos disfrazados de consejeros desinteresados y solícitos, se reconocen por no ver nunca el vaso medio vacío, sino directamente sin agua y a punto de romper.
Los alarmistas son los que durante todo el embarazo te machacan con lo de "si tomas esto al niño le saldrán manchas" o "si te acercas al gato pillarás la toxoplasmosis", son aquellos tan majos que en el noveno mes intentan convencerte de parir sin epidural por si te dejan una parálisis permanente en las piernas. Sí señor, los ánimos que no falten.
Ya con niños, los alarmistas son los que te previenen de los peligros de dejar a tu bebé solo con su hermano mayor, no sea que le dé un ataque de celos, le empuje cuna abajo y le rompa la crisma.
Son también los que ven piojos en un simple picor de cabeza, otitis en un tocamiento orejil, cistitis en dos visitas seguidas al water, gastroenteritis en una caca suelta, sarampión en un granito, raquitismo en un cuerpo delgado, un trombo en una vena que se nota, y meningitis en un dolor de cadera. Por ejemplo.
Con sus predicciones optimistas y advertencias alegres, los alarmistas contribuyen a que nuestra vida de madres sea más amena, fácil y llevadera. Porque no nos llega con preocuparnos con lo realmente digno de preocupación. Necesitamos ponernos en el peor de los casos, y pensar en la más terrible de las posibilidades (por improbable y remota que resulte). Nos encanta malgastar tiempo y energías en descartar lo absurdo y confirmar lo obvio. Nos fascina escuchar los negros augurios de los alarmistas, pues todo cuanto nos cuentan está basado en historias reales como la vida misma, pues lo mismito, lo mismito le sucedió al hijo de fulanita, menganita o zutanita, ¡y mira ahora cómo están!
El alarmismo materno se sustenta en estúpidas premisas del tipo: ¿Por qué confiar en el criterio de una madre, cuando el juicio del alarmista de turno suena más acertado (y mucho más trágico, de paso)? ¿Por qué fiarnos del instinto de una madre, sin aval ni evidencias científicas que lo respalden, cuando el alarmista aporta los más veraces testimonios para corroborar sus vaticinios?
Pues está claro. Porque una madre, nos guste o no, sabe mejor que nadie lo que le pasa a su hijo. Es capaz de traducir su llanto, sus balbuceos, sus palabras mal articuladas y sus frases mal construidas. Lee los gestos de su rostro e interpreta las expresiones de su cuerpo. Una madre es la que mejor comprende a su hijo. Y su conocimiento, su experiencia y también su instinto, hace que sea capaz de discernir si llora por capricho o por puro cansancio, por cólicos o por el agobio de extraños, por celos o porque han herido sus sentimientos.
Así que, señoras y señores que van por la vida agobiando a las madres con "a ver si va a ser esto", "a ver si va a tener aquello", "a ver si le va a pasar esto otro como a fulanito": guárdense sus negras y funestas opiniones, consejos y advertencias en el bolsillo. Que ser madre ya trae consigo la preocupación de serie, y no necesitamos para nada el extra del alarmismo.
Con sus predicciones optimistas y advertencias alegres, los alarmistas contribuyen a que nuestra vida de madres sea más amena, fácil y llevadera. Porque no nos llega con preocuparnos con lo realmente digno de preocupación. Necesitamos ponernos en el peor de los casos, y pensar en la más terrible de las posibilidades (por improbable y remota que resulte). Nos encanta malgastar tiempo y energías en descartar lo absurdo y confirmar lo obvio. Nos fascina escuchar los negros augurios de los alarmistas, pues todo cuanto nos cuentan está basado en historias reales como la vida misma, pues lo mismito, lo mismito le sucedió al hijo de fulanita, menganita o zutanita, ¡y mira ahora cómo están!
El alarmismo materno se sustenta en estúpidas premisas del tipo: ¿Por qué confiar en el criterio de una madre, cuando el juicio del alarmista de turno suena más acertado (y mucho más trágico, de paso)? ¿Por qué fiarnos del instinto de una madre, sin aval ni evidencias científicas que lo respalden, cuando el alarmista aporta los más veraces testimonios para corroborar sus vaticinios?
Pues está claro. Porque una madre, nos guste o no, sabe mejor que nadie lo que le pasa a su hijo. Es capaz de traducir su llanto, sus balbuceos, sus palabras mal articuladas y sus frases mal construidas. Lee los gestos de su rostro e interpreta las expresiones de su cuerpo. Una madre es la que mejor comprende a su hijo. Y su conocimiento, su experiencia y también su instinto, hace que sea capaz de discernir si llora por capricho o por puro cansancio, por cólicos o por el agobio de extraños, por celos o porque han herido sus sentimientos.
Así que, señoras y señores que van por la vida agobiando a las madres con "a ver si va a ser esto", "a ver si va a tener aquello", "a ver si le va a pasar esto otro como a fulanito": guárdense sus negras y funestas opiniones, consejos y advertencias en el bolsillo. Que ser madre ya trae consigo la preocupación de serie, y no necesitamos para nada el extra del alarmismo.
pues sí... estamos rodeadas de ellos... y encima yo soy hipocondríaca y me convencen con facilidad... feliz día
ResponderEliminarSi es que "nos infectan con el veneno de la duda", como dicen los Pingüinos de Madagascar, y nos lo pintan de tal forma que acabamos convencidas! Un beso:)
EliminarBuuaaa, nena... Sabes que ahí me has dado, no??? Es una de las cosas que peor llevo de la maternidad. De hecho, he desarrollado una sensibilidad extrema a todas esas personas que parece que no se dan cuenta de que ser madre implica de por sí SUFRIMIENTO y PREOCUPACIÓN por todo, para que encima añadan a la ecuación las películas de terror.
ResponderEliminarMuy buena elección, y muy bien descrito. No te ha faltado ni un@.
Un beso.
Ja, ja, ya puestos, algunos podrían venir acompañados de la música de Psicosis, para que acabemos de cagarnos por la patilla!
EliminarOtro beso guapa :-)
María Isabel!!! Me encantó tu elección de hoy!!! Me siento muy identificada. Diste en el clavo de muchas, creo. Es algo que sufrimos las madres (y padres) desde el minuto cero y como dijo Nieves ya es bastante difícil la maternidad como para que la compliquen con sus alarmas. Como bien dijiste, las madres somos las que mejor sabemos qué les pasa y que necesitan nuestros hijos!!!
ResponderEliminarBesotes!!!
Muriel y yo, U de utopía
Sí que lo somos, aunque a algunos les cueste reconocerlo!!
EliminarUn beso:-)
Los alarmistas, llámense también cansinos, pesados, meteseentodo, gente con poca faena son una plaga. Están ahí expectantes a que pase algo para decir: ves, te lo dije...
ResponderEliminarSuerte que algunos tenemos sentido común y personalidad para no caer en sus garras.
Un abrazo.
Plaga bíblica total, mucho peor que las langosta! Y de lo cansinos que son, aún de vez en cuando caemos en sus garras, y picamos, y "no vaya a ser"...
EliminarUn beso:-)
ay la leche...que me has descrito a mi madre de la a a la z jajajajaja al lado de alarmismo debería aparecer su nombre! por que si..mi madre es de esas que con una caca suelta te dice: ui uiiiiiiiii que flojilla esta no????? observalaaaa observalaaaa no vaya a ser.... jajajajaja así es la madre que me parió y así...la quiero yo ;)
ResponderEliminarEs que a las abuelas las fabrican así de serie, ¿no?
EliminarUn beso :-)
Genial, genial, genial.. Me ha gustado mucho, por qué intentan preocuparnos más de lo que normalmente estamos???
ResponderEliminarMe ha encantado el llamamiento, y me uno a él.
Un saludo
Muchas gracias, María José! Un beso:-)
EliminarHuy super bien..! alarma de madre..!
ResponderEliminarademas nuestras palabras van de la mano..! yo elegi Grito..!
salu2
Un saludo muy grande también para ti! :-)
EliminarLos alarmista juegan al papel de crear inseguridad, sobre todo cuando se es primerizo ¿ Para qué? Para que el/la alarmista sea quien controle la situación. Es una manipulación al fin y al cabo.
ResponderEliminarYo no hago caso de nadie sino de mi mismo, los chismes, cuentos, historias de vecinas, fulanito, menganita,... eso que lo cuenten en un culebrón, yo vivo mi propia vida. ; )
Efectivamente, ahí está la clave! También veo esa manipulación, esa forma dañina de crear inseguridad en los padres para así imponer su manera de hacer las cosas, porque ellos se creen más listos que tú! Yo intento no hacerles caso, pero claro, a veces para que no sigan machacando cedo :-( para luego al final demostrarse que ellos no tenían ninguna razón!
EliminarUn beso:-)
Amén. Los "alegría de la huerta" los llamo yo. Siempre dispuestos a alegrarte el día ;-)
ResponderEliminarFELICIDADES , he visto que hoy es tu cumple, pásalo genial.
¡Muchas gracias! :-D Alegría de la huerta total, ja, ja. Un beso
EliminarEn esta vida tiene que haber de todo y los alarmistas no podían faltar.... No me parece mal que sean alarmistas (allá cada uno con su forma de ser!), pero que se queden calladitos, por favor!!!!
ResponderEliminarGenial el post!!!!
Besoss
Desde luego calladitos están más guapos!!
EliminarUn beso:-)
AMEN! :) Yo no sé si me he topado con alarmistas... creo que no. Afortunadamente porque con "consejeros" tuve suficiente. Pero sí he escuchado casos y terribles. No sé a quién se le puede ocurrir asustar a una mamá con tanta tragedia. Qué ganas de pasar traumas propios. Pareciera que las madres, sobre todo si somos, primerizas tenemos un imán que atrae a desubicados.
ResponderEliminarTe quedó muy bien escrito este post :)
http://madresolohayuna.com/
Pues qué suerte! Te prometo que TODOS los ejemplos que puse (desde lo de la epidural hasta lo del trombo, pasando por lo de la meningitis) los viví yo en primera persona!!
EliminarGracias:-)
Qué razón tienes!
ResponderEliminarEsa actitud, aunque la quieran vender como preocupación, no lo es. Es un metomentodismo total. Mi respuesta en esos casos es un "puede ser", "quién sabe" y sigo con lo que estaba haciendo.
Como dices, ya tenemos suficiente con nuestras paranoias maternales, como para hacer caso a los demás.
Un abrazo!
Ja, ja, paranoias maternales! Es cierto, ya nos llegan las propias!! ;-)
EliminarUfff, tengo que darte la razón y ojalá no tuviera que hacerlo!!! La gente no se da cuenta de que con tanto alarmismo y comentario absurdo, sólo nos ponen peor. Una vez, a mi príncipe lo ingresaron por una neumonía, y estando en el hospital, una "amiga" me contó que se había muerto un niño de neumonía unos días antes.....Casi la mato, y casi muero yo de la angustia hasta que mi hijo estuvo bien del todo.
ResponderEliminar¡Eso es justo a lo que me refería! Cuando más ánimos necesitas, viene alguien "con la voz de la experiencia" a meterte la angustia en el cuerpo!!! Es que algunos tienen la sensibilidad y la educación en el cu....
EliminarSi que conozco a algunos!
ResponderEliminarHay que tener oídos sordos
Me encantó tu entrada
Besos
Muchas gracias!!!
EliminarA tus pies de nuevo. :-)
ResponderEliminarNo quería irme sin comentar... pero no me sale chiste al respectooooo. ¡Mecachis! Los alarmistas son unos plastas, que parece que disfruten convirtiendo en regla las excepciones para crear desasosiego en las madres cándidas :-(
Hoy he medio escuchado a una señora que le decía a la profe de mi hija "¿... y dices que tienes a tu hija con pulmonía y otitis? Mira que mi nieto se nos murió de eso..."
Me he quedado helada (y la profe no te cuento). No estoy bromeando. Claro que en este caso más que de alarmismo, se tratará de la pena infinita que debe tener esta abuela...
Si me lo dicen a mí me hunden en la miseria, con lo susceptible que soy y mi proverbial capacidad para ponerme siempre en el peor de los casos!
EliminarDesde luego, hay gente que estaría mucho mejor calladita :-(
Un beso muy grande, y muchas gracias por comentar esta entrada tan antigua! :-)