lunes, 1 de julio de 2013

CUESTIÓN DE CÁLCULO

SOBRE LA MAGIA DE LOS NÚMEROS Y OTRAS CURIOSIDADES NUMÉRICAS FAMILIARES

Odio las Matemáticas. Y mira que no me gusta utilizar la palabra odiar, porque es muy fea, pero es que es así. Es un aborrecimiento profundo, un rechazo visceral, una repulsa nacida en la tierna infancia que se ha ido afianzando firmemente en mi valle de la aversión con el correr de los años, a golpe de imposiciones estúpidas, suspensos variados y una sucesión de profesores de esta asignatura básicamente inútiles (con muy contadas excepciones). 
A día de hoy aún sigo esperando que alguien me explique qué utilidad real y práctica tienen las raíces cuadradas y los logaritmos neperianos, o para qué porras me sirven en la vida diaria (a mí y a la gran mayoría de la población) las derivadas, las integrales, los límites, que x tienda a infinito o la maldita demostración del número e. No quiero ni recordar la de lágrimas, broncas, horas perdidas, sentimientos de fracaso e inutilidad total, más lágrimas, disgustos, y más broncas que me costó "aprender" todos esos saberes matemáticos; y uso las comillas porque no lo considero aprendido realmente, sino tan sólo retenido en mi cabeza el tiempo justo y necesario para aprobar la asignatura, para posteriormente expulsarlos de mi cabeza como quien va al cuarto de baño a aligerar su cuerpo de una pesada, maloliente y dañina carga y luego tira de la cisterna (perdón por este escatológico símil, pero me ha salido del alma).

Y a pesar de todo, veo una magia especial en los números. 
Mi preferido es el 7: nací un día 7, a las 7 de la tarde, de un mes 6 (mecachis), de la década de los 70. También me gusta el número 5: nací en un año acabado en 5, mi marido me lleva 5 años, nos casamos un 2005, y en casa somos 5. 

Y ahora que hablamos de números, me gustaría compartir con vosotros una pequeña curiosidad numérica familiar: Nuestro primer hijo nació un otoñal domingo del año 2006, y exactamente 808 días después, nació el segundo. Y exactamente 807 días después, nació el tercero. Ni que lo hubiéramos calculado con el ábaco del pingüino Kowalski.   
Así que el cuarto hijo que no tuvimos tenía que haber nacido (por aquello de seguir la serie) el pasado 15 de junio, cuando se cumplían 806 días del nacimiento del Pequeño. Pero no fue así. Papi, que nos han fallado los cálculos. Será que soy de letras:-D

2 comentarios:

  1. Yo también he olvidado cómo se calculaba una integral, cosa que realemente es inútil si no se es ingeniero o científico, suponogo.

    En mi vida no hay tantas curiosidades con los números, aunque es cierto que muchas veces parece mágia.

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    Respuestas
    1. A mí también me parece totalmente inútil! :-D
      Un besazo:-)

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