Dicen los expertos que en torno a los 2-3 años los niños experimentan una llamada fase de autoafirmación, y que en esta etapa los niños suelen volverse más tercos, tozudos, rebeldes, respondones... y pegones.
Mi Peque, con sus 3 años recién cumplidos, ya hace tiempo que vive en esta etapa: clásicos son sus "¡Cállate!", sus "¡Vete!", y su manita amenazante siempre presta al mamporro. Mi madre siempre se pone muy nerviosa con este tema (parece que ya ha olvidado que sus otros cuatro nietos mayores hicieron exactamente lo mismo), y creo que hasta sufre: "¡Hay que quitarle esa costumbre! ¡Esto no puede ser! ¡Qué barbaridad! ¡Qué mal genio tiene este niño!" En cambio a mí, personalmente, y a día de hoy, es un tema que no me preocupa lo más mínimo.
Pero no siempre fue así, recuerdo lo mal que lo pasé en una ocasión en el parque, cuando el Mayor -que por aquel entonces tendría poco más de dos años- intentaba imponer su ley en el tobogán a base de puñocracia. Me dio un apuro tremendo ver a mi churumbel convertido en un matón de columpio, y me resultó tan incomprensible como inaceptable. Lo mismo con el Mediano, que al ser tan activo, tan inquieto y tan brutiño, estaba temiendo cuando empezase el cole y le diese por repartir leña entre el alumnado. ¿Y en qué quedaron todas estas muestras de violencia en mi Mayor y en mi Mediano? En NADA. Ahora los muy "violentos" sólo se pegan entre ellos (las clásicas luchas fratricidas por hacerse con el control de algún juguete), e incluso el Mediano trajo de recuerdo de los primeros días de clase un buen mordisco en el brazo del que no se defendió.
Preocupada porque mis hijos no fuesen pegones, olvidé enseñarles que hay niños maleducados y salvajes (aunque algunos les llamen "niños con carácter") con padres que les permiten (e incluso aplauden y alientan) pegar, abusar y mangonear (aunque ellos lo llamen "hacerse respetar" y "darse a valer").
Así que, visto lo visto, muchas veces me planteo el NO educar ni corregir al Peque, para que sea un mini-Chuck Norris que defienda a sus hermanos de los MATONES Y ANIMALES que campan en el cole, en el parque, y por doquier. Me planteo también apuntar a mis tres hijos a clases de defensa personal o artes marciales, contratar a un maestro del Ninjitsu que les eduque en el camino de la violencia, la fuerza bruta, y la patada lateral. ¿Para qué tanta Lengua Castellana, Lengua Inglesa, y Lingua Galega en clase, si el único idioma que entienden muchos niñatos -gracias a los IMBÉCILES DE SUS PADRES, no lo olvidemos- es el de la bronca y la chulería, el empujón, la burla y el desprecio?
Ah, que no, que TODOS los padres educan a sus hijos lo mejor que saben y lo mejor que pueden. Ya se nota, ya.