viernes, 2 de noviembre de 2012

QUINCY, EL DE LOS LITTLE EINSTEINS


SOBRE NIÑOS Y RACISMO




Un grupo de niños de seis años discutía sobre qué libro coger.
-¿Éste de la niña con las calabazas, o éste del negro?- preguntó uno.

En otra ocasión, mi hijo mayor (de cinco años) me hablaba sobre los dibujos animados de los Little Einsteins, y me decía que su personaje favorito era Quincy.
-¿Y cuál es Quincy?- pregunté yo.
-¡Mamá!- respondió, con ese tono característico, mezcla de asombro y decepción ante la ignorancia de los adultos, que suelen emplear los niños- ¡Es el de la gorra!
Se había fijado en la gorra como rasgo distintivo, no en lo oscuro de su piel. No dijo “el negro”, como seguramente habría dicho el niño de la escena anterior, y yo me sentí, una vez más, muy orgullosa de él. Porque me demostró que los niños, de por sí, no son racistas. Es algo que adquieren y que copian, al igual que imitan esa manera tan peculiar de señalar a alguien como “negro”, enfatizando la “e”, con tono despectivo.
Los niños son capaces de ver más allá del color de la piel, o en otras palabras, son capaces de no verlo. Pero ahí estamos los adultos, con nuestra pretendida superioridad intelectual y nuestra supuesta autoridad moral, empeñados en “abrirles los ojos”.

Otro caso real: en clase de mi hijo, desde el primer curso, había una niña de Sudamérica (otro término que no soporto, “sudaca”, que muchos mayores usan con absoluta ligereza, y que luego repiten alegremente sus hijos pequeños). Y no fue hasta el tercer año con ella, que mi hijo vino a casa diciendo que la profe les había dicho que esa niña tenía la piel oscura. Para él fue todo un descubrimiento, porque no había reparado en ello. O mejor dicho, claro que lo había visto, pero no le había dado la menor importancia. ¿Por qué habría de hacerlo? Hasta entonces era una compañera más del colegio. Pero los adultos, en nuestro afán de “vamos a ser todos muy políticamente correctos, y enseñar a estos pequeños racistas en potencia a distinguir entre las distintas razas, y a saber diferenciarlas bien, y luego les enseñaremos que son todas iguales, y hay que respetar a todas”. Una absoluta estupidez, en mi opinión.
¿Qué necesidad hay de explicarle a un niño éste es negro, éste blanco, éste amarillo? Explícales que son todos niños, y punto. No le hagas ver tú unas diferencias que hasta ahora para él no existían.

En fin. No descubro nada nuevo si digo que los niños se educan en su casa, y no en el colegio. Y por eso, en este tema, como en muchas otras cuestiones importantes, lo que cuenta es lo que oyen y ven en casa, (mucho más que todo lo que pretendemos “enseñarles”).


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