SOBRE NIÑOS Y RACISMO
Un grupo de niños de seis años discutía
sobre qué libro coger.
-¿Éste de la niña con las calabazas, o éste
del negro?- preguntó uno.
En otra ocasión, mi hijo mayor (de cinco
años) me hablaba sobre los dibujos animados de los Little Einsteins, y me decía
que su personaje favorito era Quincy.
-¿Y cuál es Quincy?- pregunté yo.
-¡Mamá!- respondió, con ese tono
característico, mezcla de asombro y decepción ante la ignorancia de los
adultos, que suelen emplear los niños- ¡Es el de la gorra!
Se había fijado en la gorra como rasgo
distintivo, no en lo oscuro de su piel. No dijo “el negro”, como seguramente
habría dicho el niño de la escena anterior, y yo me sentí, una vez más, muy
orgullosa de él. Porque me demostró que los niños, de por sí, no son racistas.
Es algo que adquieren y que copian, al igual que imitan esa manera tan peculiar
de señalar a alguien como “negro”, enfatizando la “e”, con tono despectivo.
Los niños son capaces de ver más allá del
color de la piel, o en otras palabras, son capaces de no verlo. Pero ahí
estamos los adultos, con nuestra pretendida superioridad intelectual y nuestra
supuesta autoridad moral, empeñados en “abrirles los ojos”.
Otro caso real: en clase de mi hijo, desde
el primer curso, había una niña de Sudamérica (otro término que no soporto,
“sudaca”, que muchos mayores usan con absoluta ligereza, y que luego repiten
alegremente sus hijos pequeños). Y no fue hasta el tercer año con ella, que mi
hijo vino a casa diciendo que la profe les había dicho que esa niña tenía la
piel oscura. Para él fue todo un descubrimiento, porque no había reparado en
ello. O mejor dicho, claro que lo había visto, pero no le había dado la menor
importancia. ¿Por qué habría de hacerlo? Hasta entonces era una compañera más
del colegio. Pero los adultos, en nuestro afán de “vamos a ser todos muy
políticamente correctos, y enseñar a estos pequeños racistas en potencia a
distinguir entre las distintas razas, y a saber diferenciarlas bien, y luego
les enseñaremos que son todas iguales, y hay que respetar a todas”. Una absoluta
estupidez, en mi opinión.
¿Qué necesidad hay de explicarle a un niño
éste es negro, éste blanco, éste amarillo? Explícales que son todos niños, y
punto. No le hagas ver tú unas diferencias que hasta ahora para él no existían.
En fin. No descubro nada nuevo si digo que
los niños se educan en su casa, y no en el colegio. Y por eso, en este tema,
como en muchas otras cuestiones importantes, lo que cuenta es lo que oyen y ven
en casa, (mucho más que todo lo que pretendemos “enseñarles”).
Que gran verdad!!! Y algunos están criando hijos racistas....
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