viernes, 27 de diciembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: PUT A LITTLE LOVE IN YOUR HEART (ANNIE LENNOX & AL GREEN)

¿Hoy es viernes? Con los niños en casa y tanto festivo de por medio, tengo un cacao y un descontrol horario que no veas!
Venga, hoy os invito a poner un poquito de amor en vuestro corazón. Dice la wikipedia que Put a little love in your heart es una canción de 1968, obra de Jackie DeShannon (os dejo el enlace al tema original aquí, la verdad es que es muy bonita, naif y con un aire hippy característico de la época). 
Personalmente sólo conocía la versión de Annie Lennox y Al Green, que pertenece a la banda sonora de una peli navideña de los ochenta (que tengo ganas de volver a ver, por cierto) titulada Los fantasmas atacan al jefe.


La película en cuestión es una versión del clásico Cuento de Navidad de Dickens (ya sabéis, fulano antinavideño, avaro y materialista cascarrabias recibe la visita de los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras, en esta ocasión con Bill Murray haciendo del Sr. Scrooge).


Pon un poco de amor en tu corazón
Y el mundo será un lugar mejor para ti y para mí.  
 
¡A seguir disfrutando de las fiestas navideñas! :-)

martes, 24 de diciembre de 2013

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Hoy es Nochebuena, y mañana Navidad. Os deseo a todos que disfrutéis esta noche con amor y alegría, y a acostarse tempranito para ver si Papá Noel dejó algo en el calcetín.


Y después de Withney y el Georgia Mass Choir, os dejo AQUÍ el enlace a la canción que cantaron mis niños el pasado domingo (con menos medios, menos gente, y más acento gallego, claro ;-)) ¡¡¡Un besazo navideño para todos!!!


viernes, 20 de diciembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: MI BURRITO SABANERO (JUANES)

En este último viernes antes de Navidad, último día de colegio del año, os invito a acompañar en su alegre viaje al Burrito Sabanero, que va camino de Belén. Si el Burrito no os convence, os diré que no viene solo, sino de la mano y la voz de mi queridísimo Juanes.
¡¡¡A disfrutar de las vacaciones!!!

P.S. La calidad del vídeo deja mucho que desear, pero no he encontrado otro mejor, ¡lo siento!




jueves, 19 de diciembre de 2013

LA MATERNIDAD DE LA A A LA Z: L DE LIFE COACH

No tengo Personal Trainer, ni Personal Shopper. Ni asistente ni estilista, ni Chef ni Relaciones Públicas, ni Abogado, ni Terapeuta, ni Guardaespaldas. Pero lo que sí tengo en casa es Life Coach. Y tres, a falta de uno.
Con edades comprendidas entre los dos y los siete años, mis Life Coaches ejercen a domicilio 24 horas al día, todos los días de la semana, sábados y domingos incluidos. Mis Life Coaches no me someten a largas sesiones inspiradoras para "asistirme a alinearme con el flujo de amor incondicional, alegría y abundancia del Universo", tampoco me machacan con charlas emotivas para que me "abra al flujo de posibilidades infinitas, con la intención de que manifieste mi propósito en la vida con gracia y facilidad, recibiendo y sintiendo todo el apoyo y las bendiciones del Universo." No. Ellos, simplemente con sus palabras y sus acciones, se encargan de mostrarme su modo de afrontar la vida, y me recuerdan que hubo un tiempo en el que era todo mucho más sencillo: un camino recto, llano, espacioso y lleno de luz, no como la intrincada senda de la vida adulta, repleta de curvas, cuestas, pendientes, bifurcaciones, atajos, rodeos y laberintos, con callejones oscuros y pasadizos estrechos. Y me hacen reflexionar y plantearme cuántos de aquellos rodeos han sido realmente necesarios, cuántas cuestas han venido por orgullo o cabezonería, y en cuántos laberintos he vagado por haber perdido el norte o por haber olvidado lo realmente importante. Mis Life Coaches me muestran su modo de transitar por este camino, y me desafían a enfrentar las distintas situaciones de la vida como lo harían ellos, plenamente y con sus cinco sentidos.

VISTA: Ver la vida como ellos, con ojos de niño, con inocencia y credulidad, con ilusión y confianza. Con ojos inquietos y ávidos por descubrir. Escrutar todo con curiosidad y entusiasmo, no en busca del fallo, el defecto y el error, sino disfrutando de la visión, atentos y receptivos por si en cualquier instante común surgiese algo extraordinario que lo tornase mágico. No con mirada de viejo resabiado y de vuelta de todo, desencantado y escéptico, incapaz de emocionarse y de dejarse sorprender. Mirar más allá de envoltorios y oropeles, más allá de apariencias y máscaras. Viendo con los ojos, pero percibiendo con el corazón.

OÍDO: Oír como un niño, con esa sordera selectiva que les hace ignorar aquello que no les interesa, y les dota, al mismo tiempo, de una potente parabólica capaz de captar conversaciones que no son de su incumbencia. Qué bien nos vendría para hacer oídos sordos cada vez que alguien se pone las vestiduras de "experto" y nos larga un discursito ex-cátedra para reprendernos/censurarnos/corregirnos/adoctrinarnos. Y por otro lado, qué bien nos vendría ese oído para fascinarnos con los sonidos más sencillos y hermosos, como el tarareo de una canción, un silbido despreocupado, el piar de un pajarillo, el traquetear rítmico de un tren, o el maullar de un minino (venga, o para mondarnos de risa con el sonido de un pedete o un eructo).

OLFATO: Oler como ellos (recién salidos del baño), a limpio, a puro, a Denenes y a burbujas, a sinceridad y transparencia. Y si en algún momento olemos a caca, no tener reparos en admitirlo y pedir ayuda -como lo hace un niño- y dejar que alguien nos eche una mano para librarnos de la mierda. Y percibir también los olores como lo hacen ellos: llenando los pulmones al máximo, disfrutando sin mesura de los agradables, y rechazando de plano y sin miramientos los que nos repelen. Sin tener que tragar el aire por compromiso, ni aguantar estoicamente la respiración porque lo hagan los demás, sino taparnos la nariz y vomitar en la misma cara de la fetidez, dejando bien clara nuestra repulsa.

GUSTO: Saborear como lo hace un niño. Disfrutando al máximo de lo que le gusta, chupándose los dedos y relamiendo el plato. No pasarse toda la vida a dieta, constreñidos por el qué pensarán los demás o qué dirán de mí, sino deleitarse sabia y sanamente en los manjares que la vida ofrece, sin obsesionarse por entrar en una talla en la que no cabemos, la talla que todo el mundo espera que usemos porque es la que se lleva, la que usa la mayoría, o la que promueven los gurús del momento. Apreciando las cosas sencillas, sin condimentos superfluos ni aditamentos excesivos, sin florituras ni adornos: la grandeza de un bocadillo de nocilla frente a un laborioso y complejo plato deconstruido, reconstruido, perfumado, sazonado, coloreado y reducido, de tamaño minúsculo, precio desorbitado y nombre imposible.

TACTO: Tocar la vida como el niño que come a manos llenas, sin preocuparse por las normas de urbanidad; que juega con la arena, la nieve o el barro sin estar pendiente de manchas, enfangándose hasta los codos; que se esfuerza por atrapar el mar en su mano, sin darse por vencido por mucho que el agua se le escurra entre los dedos. Vivir la vida a puñados, desterrando el "Eso no se toca", y palpando, acariciando y abrazando aquello que consideramos bueno y justo, aquello por lo que vale la pena luchar. Disfrutar la vida con ilusión y en plenitud, derrochando amor, generosidad y empatía, de tal modo que toquemos, al mismo tiempo, las vidas de todos aquellos que nos rodean.




 
Esto intentan enseñarme mis Life Coaches. Y aunque no puedo pretender que mi vida sea como la suya, pues no puedo desentenderme de mis responsabilidades como persona adulta y como madre, sí que muchas veces me ayudan a poner las cosas en la perspectiva correcta, a darles el valor que se merecen, o a quitarles la importancia que no tienen. Y es que, como dice el tópico, los hijos cambian la vida, y pienso que si les dejamos, nos ayudan a vivirla de una manera mejor.


lunes, 16 de diciembre de 2013

2 AÑOS, 8 MESES Y 7 DÍAS

SOBRE EL DESTETE DEL PEQUEÑO

Relataba el otro día mi funesta experiencia con una infecciónbacteriana/herpes/vetetúasaberqué que me tuvo la cara hecha un asquito (si queréis recordarlo, haced click aquí). Pues resulta que uno de los efectos colaterales fue el destete fortuito, inesperado, y casi inmediato del Peque. 

Os lo cuento: en mi primera visita a Urgencias me atendió una amable doctora, a la que comenté la circunstancia de que tenía un hijo al que le daba el pecho. "¡Pues tenemos un problema!", resopló, y antes de que los ojos se le cayesen de las órbitas añadí que tenía dos años (omitiendo el "y ocho meses"). Entonces respiró aliviada, y vino a decir algo así como "entonces ya no le hace falta", y lo redondeó con el típico chiste de "a este paso va a ir a la universidad y seguirá tomando pecho". Yo me encontraba tan mal que muy pocas ganas tenía de enzarzarme en un debate sobre lactancia prolongada, por lo que me limité a escuchar y asentir. La doctora me recetó un antiviral sistémico llamado Aciclovir, y me "prohibió" darle teta. Al llegar a casa de mi hermana, donde me esperaban los churumbeles, esperé a darle una última tetada antes de tomar el medicamento. Ya en casa, nos pusimos a ver -por enésima vez- la peli de Aviones, con la esperanza de que se quedase dormido sin el pecho. Pero qué va, nos dormimos todos en el sofá antes que él. Ya en cama, empezó a reclamar su habitual chupito nocturno. "No puedo, cariño", le dije, y al cabo de cinco minutos eternos, cinco minutos de "porfi, un poquito", de lágrimas diversas, suyas y mías, cinco minutos de mucho insistir él y mucho negarme yo, el Peque me dio la espalda y, enfurruñado, me espetó un "Jopé" y se dispuso a dormir. Me quedé un poco triste, con la sensación de haberle defraudado, y aquella noche, la primera sin dar pecho durante casi tres años, dormí bastante mal, en parte por el picor de la cara, y en parte por el disgusto del Peque. 

A la mañana siguiente, se me encendió la neurona, y consulté la compatibilidad de mi medicamento con la lactancia en la utilísima página del Servicio de Pediatría del Hospital "Marina Alta", de Alicante (si aún no la conocíais, os la recomiendo vivamente, podéis echarle un ojo aquí), y cuál sería mi sorpresa cuando leo "Aciclovir, Nivel de riesgo 0, Seguro, compatible: no riesgo lactancia-lactante". Hay que fastidiarse. ¿Por qué no habría mirado la página antes?
Pero consideré que habíamos llegado a un punto de no retorno. Hacía ya algún tiempo que la idea del destete rondaba por mi cabeza, aunque nunca lo habíamos intentado y ni siquiera sabía cómo hacerlo. Así que decidimos aprovechar la ocasión. Aquel día sólo pidió teta una vez de noche, y se la dí. Y aquella vez, aquella noche de sábado 9 de diciembre fue la última. 
El domingo no pidió nada por el día, y a la noche sólo una vez, y aceptó la negativa de buen grado, sin lágrimas ni protestas, sólo acurrucándose a mi lado. Desde entonces no ha vuelto a pedir "teto" (creo que lo intentó un par de veces, sin mucho convencimiento, en plan "a ver si cuela"), sino "colito" (que le coja en brazos, o le siente en las rodillas, o le abrace). Y así, sin más, ha sido el destete de mi pequeño, sin premeditación ni alevosía, sin traumas ni dramas, improvisado e inesperado, pero finalmente feliz. 

Han sido 2 años, 8 meses y 7 días de lactancia, y nunca ha sido una condena, sino una bendición. A pesar de algún que otro mordisquito, a pesar de alguna obstrucción mamaria y alguna perla de leche, han sido 982 días de lactancia feliz. Siento que se acaba una fase. He dado el pecho tanto tiempo, en tantos lugares, y en tantas circunstancias diferentes (en bodas y funerales, en el coche, en la iglesia, en el Corte Inglés, en el parque, en la playa, en casas propias y ajenas, en el cine, en restaurantes y cafeterías...) y ahora eso terminó. Ya no tengo un lactante en casa, ahora ya no me necesita como antes. Y ya no dispongo del valioso recurso de la teta, capaz de consolar la tristeza más honda y de mitigar el dolor más profundo de mi pequeño. Su lugar de calma y de refugio, donde ahogar penas y secar lágrimas, el complemento perfecto (a veces incluso sustituto) del paracetamol y el ibuprofeno. 
Ha dicho adiós a su tetita, y aunque ahora vuelve a ser mía, siento que me falta algo.

Una de las últimas fotos en la teta: Cena familiar en una Raxaría el día de San Juan

viernes, 13 de diciembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: WE WISH YOU A MERRY CHRISTMAS (ORION'S REIGN)

Otro viernes más seguimos echando mano del repertorio navideño. Hoy toca un clásico, el famoso "We wish you a merry Christmas". 
En esta ocasión lo interpreta Orion's Reign, un grupo originario de Grecia que yo no conocía y descubrí brujuleando por Youtube. A mí me ha gustado mucho esta versión, a ver qué os parece a vosotros.
¡Feliz Navidad! :-)





miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA PERCEPCIÓN DE LA BELLEZA

SOBRE BELLEZA, FILTROS, Y UN FANTASMA DE LA ÓPERA


Ignoro si se han realizado estudios rigurosos al respecto, pero estoy segurísima de que los niños perciben la belleza física de las personas de manera muy distinta a los adultos. Creo que las imágenes que perciben sus ojos deben de pasar por varios filtros antes de ser procesadas por sus cerebros. 
El primero es el filtro de la inocencia, y es el que les permite ver las cosas sin prejuicios y sin estar condicionados por modas impuestas ni por cánones artificiales.
El segundo filtro es el de la sinceridad (¡aunque más bien deberíamos hablar de un no-filtro!). Indisolublemente ligado al anterior, es el que les lleva a expresar con claridad meridiana lo que opinan, más allá de protocolos y convenciones sociales, es el que les inmuniza contra lo que comúnmente se llama cortesía, buena educación o prudencia, y es el que propicia que suelten perlas que -en muchas ocasiones- nos meten a los padres (que no a ellos, que les tira de un pie) en situaciones embarazosas de tierratragamiento del tipo: "¿Tienes un bebé dentro?" (a una chica gordita), "¡Pinchas!" (a una mujer que acaba de darles un beso), "Me da miedo porque tiene la cara así" (a una anciana con manchas y arrugas).
El último filtro es el del corazón. Es el que les hace poseedores de un código de belleza particular, y el que les lleva a ver a sus seres queridos como los más guapos del mundo (lo mismo nos pasa a los adultos con nuestros niños, ¿no?)

Un claro ejemplo de esto lo viví en carne propia no hace muchos días: resulta que el pasado viernes empezó a hinchárseme la mitad de la cara, a picarme y a cubrirse de costras un tanto supurantes. Os ahorraré mis visitas a Urgencias y mi diagnóstico confuso, sólo diré que cada vez que me miraba al espejo y me veía tan asquerosamente monstruosa y deforme me entraban ganas de llorar (por mucho que Papi intentaba animarme y convencerme de lo contrario). Incluso temía que a mis hijos les diese miedo o repelús, y me lo dejasen clarito con alguna mueca de rechazo, o alguna frase lapidaria de asco. Pero nada más lejos de la realidad: los niños me miraban y me trataban exactamente igual que siempre. En una de estas, el Mediano iba a acariciarme y le detuve la mano (pues los médicos me habían advertido que era muy contagioso, y aún no había ido a comprar la campana de leprosa inmunda), diciéndole: "No me toques, que tengo la cara fea"; y el Mediano, con la espontaneidad y el encanto que le caracterizan, me replica: "No tienes la cara fea, mami, sólo tienes una pupa grande". Prometo que casi lloro al escucharlo. Y aún pasaron un par de días hasta que el Mayor me dijo: "Antes no, pero ahora sí que me da asco" (dí que sí, neniño).

Otro caso de percepción diferente lo constaté ya hace unos meses con el Mayor. Una compañera de clase se mudó y cambió de colegio, y en su lugar se incorporó otra niña muy guapa. El Mayor no tardó en observar la casualidad de que las dos niñas eran bastante parecidas físicamente: el mismo color de pelo, de piel, de ojos... "¿Y cuál te gusta más?", le pregunté (pregunta estúpida por mi parte, por cierto), convencida de que escogería a la niña nueva por ser claramente más mona. Y va y me contesta: "La otra niña, porque sonreía más". Ahí queda eso. Le daba igual la cara bonita, la melena perfecta, la estatura, el porte, el cuerpo, la ropa, el aspecto físico... era la sonrisa lo que le importaba, era la sonrisa lo que eclipsaba todo lo demás, era la sonrisa lo que la convertía en la más bella y la más guapa a los ojos de mi niño, aunque a ojos de los adultos no lo fuera tanto.

Y me pregunto en qué triste momento los niños se aborregan (alguno dirá maduran) y pasan por el aro de "lo único bello es lo que dicta la sociedad (a través de los todopoderosos mass media)". No lo sé, supongo que será un proceso gradual, más acentuado quizá en el caso de las niñas, a las que -penosamente- se les inculcan antes los conceptos de belleza y la necesidad imperiosa de ser guapas, delgadas y sexy. 

Recuerdo el caso de una niña preciosa, acomplejada por unos inexistentes kilos de más, que tenía como ídolo y referente de belleza a su hermana mayor, feúcha de narices, pero eso sí, esquelética a más no poder. Su entorno (muy pijos todos ellos, por cierto) las comparaba (qué puñetera manía, caramba) y ¿quién era la más guapa? pues la más delgada, claro. En estos parámetros de frivolidad nos movemos.

En fin, que de todos estos episodios (más o menos funestos) me quedo con tres cosas:
1. Mis hijos me verán guapa aunque me convierta en el Fantasma de la Ópera.
2. Tenemos que aprender a mirar con el corazón, como ellos hacen, más allá de las apariencias.
3. No debemos subestimar el poder de una sonrisa :-)

 
Y una más: a consecuencia de mi episodio vírico-infeccioso-bacteriano el Peque se ha destetado!!! Pero este es otro cuento, que ya contaremos en otro momento...

 

viernes, 6 de diciembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: IT'S CHRISTMAS TIME (STATUS QUO)

http://es.wikipedia.org/wiki/Status_Quo

¿Árbol de Navidad? Puesto.
¿Belén de Playmobil? Colocado.
¿Luces en las calles? Encendidas.
¿Calendarios de Adviento de chocolatinas? Milagrosamente consumidas cada una en su día.
¿Cartas al gordo de rojo y a los Reyes Magos? Escritas.
¿Regalos para los niños? Comprados.
¿Villancicos? Que no falten: It's Christmas time!




jueves, 5 de diciembre de 2013

LA MATERNIDAD DE LA A A LA Z: W DE WATERLOO

CONOCE A TU ENEMIGO


¿Qué es lo primero que se os viene a la cabeza al leer esta palabra? A mí, sin lugar a dudas, la canción de Abba. ¿Y lo segundo? Pues la famosa batalla ésa donde Napoleón las pasó moradas (disculpad mi poco rigor histórico, la Historia nunca se me ha dado bien). Así que hoy me vais a permitir que me ponga las pinturas de guerra y ponga la nota belicosa en nuestro particular diccionario maternal.
Somos muchas las que, en algún momento, hemos echado mano de la imagen de la maternidad como una batalla. Ser madres nos vuelve quizá más luchadoras, combativas o guerrilleiras de lo que éramos antes, y nuestro trajín diario se asemeja -en multitud de ocasiones- a una lucha con un sinfín de frentes abiertos: el económico, el laboral, el doméstico, el escolar, el familiar... Pero no quiero entrar en este tema, pues cada uno sabrá bien si en estos campos se enfrenta a escaramuzas sin importancia o a guerras encarnizadas y eternas. De lo que quiero hablar hoy es de identificar claramente a nuestros enemigos.
Me entristece mucho cuando oigo hablar a padres en términos de lucha permanente con sus hijos, como si en su hogar se viviera en un continuo y prolongado estado de sitio.
Un hijo visto como un enemigo ¿puede haber algo más triste? Y no me refiero a las "batallitas" normales con las que todos lidiamos del tipo "acábate ya el Colacao", "no te bajes el pantalón", "no te comas los mocos", o "a dormir que es tarde". 
Hablo de guerras que hacen daño, basadas en el autoritarismo paterno y que buscan la rendición y el sometimiento absolutos de los hijos. Hablo de niños que viven en un auténtico Régimen del Terror (pues recordemos que el maltrato no sólo es físico), niños criados en el "aquí se hace lo que yo mando, y punto", y en el  "mientras estés en mi casa harás lo que yo te diga". Hablo de padres que consideran a sus hijos el enemigo a batir, padres inmersos en la guerra de doblegar la voluntad de sus hijos a su antojo, padres, por ejemplo, que han creído y practican la (a mi juicio estúpida) máxima de "los castigos hay que mantenerlos siempre hasta el final, cueste lo que cueste" (¿dónde quedan el arrepentimiento y el perdón, el rectificar y las segundas oportunidades? Luego confundirán la firmeza con la venganza, la rectitud con la crueldad, y la coherencia con el rencor).  Hablo de padres que declaran la guerra a sus hijos nada más nacer, siguiendo ciegamente los preceptos del iluminado de turno que decretó que los bebés eran manipuladores maquiavélicos a los que es necesario atar en corto, no sea que se suban a la parra, y nos manejen a capricho. Padres que viven en conflicto permanente con los hijos, que adoptan por lema el "con nosotros no van a poder", lo que parece conferirles carta blanca para hacer cualquier cosa para "educar correctamente" (¿o era amaestrar?)  a su prole (a saber: dejarles llorar hasta que revientan, dejarles sentados -y sin moverse- horas delante del plato hasta que coman todo aunque se meen encima o vomiten, etc. etc.)
Por supuesto que cada uno educa a sus hijos como mejor sabe o puede, pero me niego a aceptar esto como una excusa válida para hacer sufrir a un niño, ni para convertir su infancia en una guerra infernal. Si uno no sabe, que pregunte o que se informe. Si uno no puede, que pida ayuda.
Los hijos nunca son enemigos. En una relación sana de padres-hijos no debería haber bandos, ni vencedores ni vencidos, ni opresores ni oprimidos. Y creo que no hace falta ser psicóloga infantil para decir esto, pues es de sentido común.

Claro que la maternidad es, muchas veces, una batalla, pero sin duda los enemigos son otros:
-las personas que comparan a tus hijos con otros niños (propios o ajenos), poniendo en tela de juicio tu capacidad como madre ("¿estaré haciendo algo mal?") y al mismo tiempo minando la autoestima de los pequeños ("¡¿Pero aún no sabe hablar/leer/caminar/ir al baño/atarse los cordones/sumar/restar/nadar/andar en bicicleta...?! Pues fulanito ¡dónde va que hace eso él sólo!).
-las personas que creen que tus hijos estarían mejor con ellos ("Pues conmigo come/duerme/se comporta de maravilla. Es que a ti no te respeta/no sabes tratarle/no le conoces/no le haces caso").
-las personas que se creen en posesión de la verdad absoluta, y desaprueban y critican tu modo de crianza por no ajustarse a los cánones que ellos consideran válidos ("¿Cómo le dejas hacer tanto ruido/ cómo no está quieto y callado/ cómo duerme en tu cama/ cómo aún le das teta...?")
-las personas de cierta edad que sólo saben decir con desdén "No sé como hacíamos los demás", y con prepotencia "En mis tiempos esto lo hacíamos así".

Estas personas y otras similares son el verdadero enemigo a batir en la batalla de la maternidad. Pueden ser familiares, amistades, conocidos o extraños. Contra estos hay que estar vigilantes y alerta, y según nos convenga, proceder a ignorarles y tocar retirada, o contraatacar a lo bestia y sacar la artillería pesada.


Y bueno, que no me resisto a acabar sin poner el vídeo de la canción!! Me encanta :-D


jueves, 28 de noviembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: FÜR IMMER (DORO)


Para aquellos que no la conozcáis, os presento a Doro Pesch, y como bien dice el cartelito, es una de las cantantes de rock que merece la pena escuchar (en solitario, o con su grupo Warlock). Esta cantante alemana fue una pionera, una de las primeras chicas que triunfó en el heavy metal, el toque femenino en un mundo dominado por hombres. Hoy os traigo una de sus canciones más conocidas, interpretada en alemán (salvo algunas frases en inglés). No sé por qué no me deja poner el vídeo, así que os dejo el link aquí: Für immer (Para siempre) ¡¡¡Espero que os guste!!!


miércoles, 27 de noviembre de 2013

PREMIO "CONÓCEME"


Hace ya varias semanas que mi queridísima Mukali me otorgó el premio "Conóceme". ¡Muchísimas gracias! Se trata de un cuestionario-interrogatorio de 55 pregunticas, y viendo el contenido de muchas de ellas, se deduce que fue un premio originado en un blog de belleza o tendencias, o como se llamen ese tipo de blogs. Así que ¡vamos a reírnos un rato! :-D
  1. ¿Cómo te llamas?: María Isabel.
  2. Edad: 38 añitos.
  3. Color de ojos: Verdosos.
  4. ¿Donde vives?: En el "Balcón del Atlántico", "Ciudad de Cristal", o "Ciudad donde nadie es forastero" (es decir, en A Coruña).
  5. Color preferido: Todos, sobre todo el rojo y el negro (¡y últimamente el rosa!)
  6. Cosmético preferido: Rimmel negro, lápiz negro y sombra negra. Quedan monísimos dentro del armario del baño.
  7. Producto de maquillaje: ¿Que use? Crema hidratante y da gracias.
  8. Gloss o barra de labios: Crema de cacao.
  9. Perfume o colonia: Hace años recuerdo que me entusiasmó Rush de Gucci. No sé a qué categoría pertenece, quizá perfume, porque atufante olorosa era un rato largo...
  10. ¿Cómo sueles llevar el pelo?: Claramente con libertad de expresión.
  11. Lo más imprescindible que llevas en tu bolso: Las llaves, el móvil, la cartera, chicles, pañuelos de papel y algún juguete. 
  12. Lo más imprescindible que llevas en el neceser: ¿Qué neceser? ¿No llega con el bolso?
  13. Color de pelo: Castaño.
  14. No puedes salir de casa sin... las llaves.Tengo miedo de olvidarme de ellas y que luego no pueda volver a entrar. Nunca me ha pasado, pero sólo de pensarlo me entran escalofríos!!!
  15. ¿Eres “adicta” a algo?: Le robo la frase a Mukali: sólo a las cosas buenas de la vida.
  16. Olores que más te gustan: Lo que huela a limpio, pero limpio de verdad (no el pestazo de la lejía, ni el tufo de un desodorante for men). Y pienso que cada estación tiene sus olores: ahora mismo me encanta el olor a castañas asadas, a chocolate caliente deshaciéndose lentamente en el cazo, y a Navidad.
  17. ¿Qué no soportas? ¿De olores? Los corporales (sudor, pis, estornudos...), el de la fritada, el de la verdura cocida, el de ajos y cebollas sin tapar cuando abres la puerta de la nevera... 
  18. ¿Qué producto te ha decepcionado? Me decepcionan todos los productos que sólo venden una marca y nada más. Porque gastar un dinerillo en algo "de primera marca" que resulta ser notablemente inferior a los de "marca blanca", pues me deja cara de tonta y la sensación de que me están tomando el pelo. 
  19. ¿Qué producto te ha sorprendido?: Me sorprende cualquier producto que aúne calidad  y precio de verdad, no porque lo digan en la tele.
  20. ¿Tienes algún apodo?: En mi calle me identificaron una vez como "la de los tres niños". No tengo apodos, pero con nombres tan comunes como los míos me llaman con todas sus variantes posibles: Isa, Maribel, Beli, Bel, Beluchi, Belita, Mari, Isabel... duplicados además con sus correspondientes diminutivos en "-iña". Mi hermana, además, me llama Pitu (abreviatura del apelativo cariñoso Pitusiña), igual que yo a ella.
  21. ¿Qué es lo que no puede faltar en tu maleta?: ¿La ropa?
  22. La serie más reciente a la que te has enganchado: Pues hemos empezado a ver Sleepy Hollow. Llevo dos capítulos, y aunque en algunas escenas poco gratas me he tapado los ojos (soy una miedica, ya lo sé) en general tiene buena pinta. Pero aún no hay que echar las campanas al vuelo, a lo mejor el resto de la serie resulta ser un bodrio infumable!!!
  23. Un capricho cumplido: No soy de grandes caprichos.
  24. Mi prenda favorita de otoño: Las medias hasta la rodilla que compró mi madre por error y me las pasó a mí, y el forro polar azul supercalentito y suave que le he tomado prestado al Papi y que uso para andar por casa. 
  25. Un objeto de deseo: La casa autolimpiable y la ropa autoplanchable.
  26. Un diseñador: Muchos, sobre todo los que hacen ropa femenina (¡odio lo andrógino!) favorecedora, bonita y práctica. Por eso me horrorizan David Delfín y similares, no acabo de entender ese concepto de moda. 
  27. Un sabor: Sin duda, el dulce.
  28. Una fruta: Me gusta toda la fruta cuando está madura. Estos días me ha dado por los kakis. ¡Qué ricos están, no entiendo como al resto de habitantes de la casa no les gustan!
  29. Un lugar para visitar: Dinópolis con los niños, cualquier lugar con el Papi.
  30. Una ciudad: La mía.
  31. Un lugar para enamorarse: Cerca del mar.
  32. Un complemento: Me encantan los sombreros, pero no acabo de atreverme con ellos, pues creo que no basta con encasquetarse uno en la cabeza y salir por la puerta, sino que hay que ir en consonancia, bien arregladita. Cuando hace mucho frío me calzo un gorro muy abrigoso.
  33. Un plan para un domingo otoñal: Acurrucarse en el sofá bajo la manta junto al Papi viendo la tele. 
  34. Una cadena: De radio, Rock FM; de tele, ninguna!!!
  35. La última canción que se instaló en tu cabeza: The Eye of the Tiger de Survivor (la de la peli Rocky), una de las canciones favoritas de mis niños. El Peque la tararea a todas horas.   
  36. Una actriz: No tengo una clara favorita. Me gustan Kate Winslet y Rachel Weisz, por ejemplo.  
  37. Un actor: El otro día un tío empezó a hablar ex-cátedra y a decir que a "las mujeres de verdad" les gustaban Harrison Ford, Robert Redford y Robert de Niro, y que a "las niñas" les iban Hugh Jackman, Gerard Butler y similares. Yo es que soy una niña (pero siempre habrá un huequito para mis británicos favoritos: Kenneth Branagh, Gary Oldman y Ralph Fiennes).
  38. Una musa: Mi Papi y mis niños.
  39. Una revista: De cine, la Fotogramas; de música, la Metal Hammer; y del corazón, la Cuore. 
  40. Un sueño: La felicidad de mis hijos.
  41. Último vicio: Este blog.
  42. ¿Con qué regalo siempre aciertas?: No lo sé. 
  43. Mi postre favorito: Me encantan las texturas del mousse, la bavarois, la crema... postres "blanditos" con chocolate, leche condensada, nata... 
  44. Lo que te molesta: La maldad, la chulería, la prepotencia, la ignorancia atrevida, los que van de tolerantes y no lo son, los que se creen estar en posesión exclusiva de la verdad, los manipuladores, los que no tienen criterio propio... esas cositas.
  45. Blanco o negro: El blanco para el chocolate, el negro para la ropa.
  46. Tu mayor fobia: A una enfermedad incurable, a un accidente, a una desgracia...
  47. Actitud de todos los días: Hacer las cosas lo mejor que se pueda, sin perder los nervios ni la sonrisa :-) E intentar no gritar demasiado con los niños :-(
  48. ¿Qué es la perfección?: Una meta totalmente inalcanzable, pero eso no debe ser excusa para anclarnos ni conformarnos con la mediocridad o la deficiencia.
  49. Animal preferido: El oso.
  50. Número favorito: El 7.
  51. Perfume que estoy usando: ¿Admitimos el desodorante Dove?
  52. Última vez que usaste sombra: ¡El domingo pasado! Era de color verde. 
  53. Días de la semana favoritos: El sábado, porque solemos estar los cinco solos y juntitos en casa, y los domingos y los miércoles porque comemos en casa de las abuelas y me libro de hacer la comida :-D 
  54. ¿Tienes las uñas pintadas ahora mismo?: Ja, ja, qué risa. Creo que en toda mi vida las he pintado tres o cuatro veces: una el día de mi boda (manicura francesa), otra este verano, cuando me dio por comprar esmalte negro y las pinté, y un par de veces con brillo. Me gustan las uñas pintadas en las demás, pero en mí no acaban de convencerme, creo que no me quedan bien. 
  55. Mi pasión: Ser feliz con mi Papi y mis niños.

    Y le paso este premio con mucho cariño a cinco blogueras de pro:

    Arusca, de Contras y Pros
    Sra. Díaz, de Sra. de Díaz

martes, 26 de noviembre de 2013

TACOS

DE MADUREZ Y GROSERÍAS

Hoy vamos a hablar de tacos. Pero no precisamente de los que se comen, ni de los que se usan para jugar al billar. Vamos a decir tacos, así que pido perdón por adelantado por las expresiones bajunas que en los párrafos siguientes van a aparecer.

taringa.net

Resulta que me dice una persona que mi hijo Mayor es muy "infantil". En cambio, Fulanito, Menganito y Zutanito (niños de su misma edad, e incluso algo mayores) son más maduros y espabilados porque dicen tacos y cuentan chistes verdes. Da igual que todos sepan lo mismo, jueguen a lo mismo, se rían de lo mismo, y tengan miedo de lo mismo. Ahora se es infantil por no decir hostia y joder. Los niños maduros son los que, desde los tres años, aderezan sus conversaciones con coño, hijodeputa y gilipollas, y no los que demuestran generosidad y empatía. Madurez es soltar chistes de chupar los huevos y mirar tetas, y no esa tontería infantil de ser bueno y preocuparse por lo que le pasa al prójimo. A esto hemos llegado en nuestra sociedad.

Sin ánimo de pretender quedar como una niña buena ni una mosquita muerta, diré que nunca me han gustado los tacos, y nunca he sido muy amiga de decirlos, confieso que a lo más que llego es a mierda y tocar o carallo (la versión española me suena muy fuerte), y nunca los suelto delante de mis hijos. Será porque de pequeña los escuchaba demasiadas veces, y me hacían daño. Recuerdo perfectamente, por ejemplo, a un compañero del colegio (con su nombre y sus dos apellidos) que se sentaba delante de mí, que me insultaba llamándome puta barata. No creo que tuviéramos ni diez años, y de verdad que me dolía sobremanera, incluso sin saber el significado del término. Vaya si dolía.
Y tampoco entiendo a la gente que por cada cuatro palabras suelta tres tacos. Sé de algunas que lo hacen para tirarse el rollo de "mira qué moderna soy", pero sinceramente no acabo de comprenderlo. Nuestro idioma es lo suficientemente rico y variado como para limitarlo sólo a media docena de vulgaridades.

No soy tan ingenua como para pensar que mis hijos nunca van a escuchar tacos, porque no van por la vida con tapones en los oídos. Ellos, como todos los niños, son esponjas que absorben lo bueno, lo regular, y lo malo, así que algunos los aprenderán en el colegio, otros de boca de familiares y conocidos, y otros en la televisión. Pero que los escuchen y los conozcan no implica obligatoriamente que vayan a formar parte de su vocabulario habitual, y pienso que aquí entra nuestra labor como padres, si es que este tema nos preocupa. A lo mejor les reprendemos cuando dicen alguno, y les enseñamos que no es bueno decir palabras malsonantes, sobre todo cuando se utilizan como insulto contra otra persona. O a lo mejor no le damos mayor importancia, y lo dejamos correr. O nos reímos cuando los sueltan, y les alentamos, e incluso les enseñamos alguna cosa soez más, para que sean "los más guays" de la clase. Esa es, en definitiva, cuestión de cada uno, pero lo que me indigna, lo que me toca las narices (por no decir o carallo) es que generalmente se asocie el soltar sapos y culebras por la boca con ser más maduro, como si el palabroteo y la malicia fueran los únicos indicadores válidos y fiables de la madurez personal de un niño. Por ahí sí que no paso. 
Ojalá empezáramos a cambiar el chip, y nuestra sociedad empezase a valorar positivamente los rasgos nobles en los niños, y no las muestras de descaro y malicia. Pienso que otro gallo nos cantaría.

viernes, 22 de noviembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: YOU'RE THE VOICE (JOHN FARNHAM)

Hace un par de días que publiqué un post condenando la violencia doméstica ("No más ríos de lágrimas") que iba acompañado de una canción un poco tristona.
Así que hoy vengo con una canción pienso que más positiva y alegre. Se titula "You're the voice", y está interpretada por John Farnham (aunque ha sido versionada montones de veces). Es de los años 80 (otra vez, ejem), y aunque se supone que es un alegato en contra de la guerra, pienso que podemos hacerla nuestra y aplicarla a muchas más situaciones injustas, como por ejemplo, el maltrato. 

¡YO CONDENO!



 "Tú eres la voz, inténtalo y compréndelo, haz ruido y deja claro que no vamos a quedarnos sentados en silencio, no vamos a vivir con miedo".


jueves, 21 de noviembre de 2013

LA MATERNIDAD DE LA A A LA Z: V DE VESTIDITOS


VESTIDOS Y VESTIDITOS



Cuando en mi tercer embarazo nos aseguraron (ecografía 3D mediante) que íbamos a tener una hija, mi instinto de niña mirando embelesada el catálogo de conjuntos de la Nancy afloró por completo. Me encantaba pasear por los pasillos rosas de ropita para niñas, cautivada por aquellos delicados vestiditos. Todo me resultaba precioso y encantador: tules y volantes, flores y brillos, lazos de raso y estampados primorosos... pero un instinto más fuerte (o mi sentido común, o mi legendaria habilidad para ponerme siempre en el peor de los casos) me refrenó de comprar prenda alguna (lo único que cayó fue una bolsa de paseo de color rosa, hábil trabajo de la vendedora de turno que me convenció de que aquella era la oportunidad de mi vida).
Así que cuando en la última ecografía un desagradable, seco y áspero individuo (rayano en lo impertinente) me soltó aquello de "ya sabes que es niño, ¿no? Y además es pequeño", experimenté una rara sensación, mezcla de pena y preocupación. Pena, porque alguna ilusión ya me había hecho con la nena, pero sobre todo preocupación por aquel "es pequeño" sin más explicaciones, dejándome acongojada hasta la visita al ginecólogo, quien vino a decir que todo estaba perfecto, y que el de las ecografías hubiera estado más guapo callado.
Pero volvamos al tema: la realidad varonil dio al traste con todos mis sueños de color de rosa, dejando paso a renovadas ilusiones de color azul.
Y me despedí de los vestiditos, aliviada al mismo tiempo por no tener que verme en futuras encrucijadas del tipo ¿zapatitos de charol o merceditas de terciopelo? ¿faldita de vuelos o shorts de pana? ¿pantalón vaquero o mini de punto? ¿leggins o vestido? ¿perlitas o brillantes? Con un varón, la pugna tiene lugar (al menos en mi caso) entre camisa o camiseta, pantalón o chándal. Y punto. Y es que, como nos dijeron en una ocasión, llevamos a los niños como leñadores (sí, y el hacha la guardan en la mochila del cole).

Pero de lo que no me he librado, y de lo que ningún padre puede desentenderse, es de cómo va a intentar vestir el interior de sus hijos (¡¡¡y no me refiero a los calzoncillos!!!)
Yo quiero que mis niños se vistan de bondad, y quiero que este atuendo lo lleven todos los días, que no lo reserven sólo para el domingo, para Navidad, o para cuando alguien les está observando. Quiero que estén vestidos de buenas intenciones, de empatía y de compasión, de generosidad y de franqueza, de inocencia y de honestidad.
No olvidemos que este tipo de ropa se hereda, pasando fundamentalmente de padres a hijos. Por eso no quiero que hereden rencores ni odios, preferencias ni favoritismos, superioridad hiriente o inferioridad enfermiza; no los quiero vestidos de viejas rencillas familiares perpetuadas de generación en generación, ni de prejuicios pretéritos y sin fundamento transmitidos per secula seculorum.
Tampoco quiero que anden vestidos de egoísmo ni de maldad, y mucho menos de represión o miedo.
Deseo que se vistan de libertad y confianza, de seguridad en sí mismos y de espontaneidad. De humildad sincera y tolerancia auténtica, de respeto y de fortaleza. Y por encima de todo, que estén vestidos de amor, de felicidad, de sentido común y de optimismo. Sin olvidar ese fondo de armario donde guarden alguna prenda que haga que les resbalen las opiniones de los demás, y algún que otro atuendo que les ayude a sacar los dientes cuando sea necesario.
Así es como me gustaría que fueran vestiditos mis niños. Estas son las mejores prendas que uno puede llevar, y las que abrigarán sus corazones y sus vidas el día de mañana.

martes, 19 de noviembre de 2013

NO MÁS RÍOS DE LÁGRIMAS


CLICHÉS Y LÁGRIMAS

Me pongo de los nervios cada vez que oigo a alguna chica decir eso de "a las mujeres nos gusta que nos traten mal". Menuda estupidez. ¿Acaso soy yo la única rara a la que le gusta que le traten como a una reina? Y otra perla: "A las mujeres les gustan los tíos duros, los hombres de verdad". Por supuesto, pero el problema surge cuando a algún descerebrado le da por confundir ser un hombre con ser un energúmeno que humilla, maltrata y hace daño física y/o psicológicamente.
Me indignan estos clichés, igual que me indignan esos supuestos "estudios" antropológicos que de vez en cuando nos "revelan" verdades indiscutibles como que las mujeres se sienten atraídas por los "chicos malos" debido a nuestras antepasadas prehistóricas, que valoraban la fuerza bruta por encima de todo (los mismos estudios, por cierto, que proclaman que los hombres sólo buscan mujeres pechugonas y caderonas porque las consideran buenas para procrear.) Qué pasa, ¿acaso seguimos viviendo en las cavernas? ¿De verdad que somos como los animales, buscando al macho más fuerte de la manada o a la hembra más fértil? Entiendo que esto pueda aplicarse -en cierto modo- a los adolescentes y jovencitos, que viven con las hormonas revolucionadas en un mundo confuso donde lo prohibido es lo deseable, y lo malo equivale a rebeldía, libertad, y reafirmación de la personalidad. Pero en el mundo de los adultos... me resulta totalmente inadmisible. 
Me indignan estos clichés, estos ridículos estudios y sus no menos ridículas conclusiones: "las mujeres no es que sean masoquistas, sino que son luchadoras y afrontan este tipo de relaciones con un hombre violento como un reto, como una prueba que superar". ¡Bravo! ¡Fantástico! ¡Han conseguido justificar lo injustificable, y ensalzar lo aberrante!
Pienso que deberían ser muchísimo más cuidadosos con este tipo de clichés y de "verdades universales", que en cierto modo normalizan, justifican y legitiman el maltrato y la violencia.


A las mujeres NO nos gusta que nos traten mal. NO nos gustan los hombres violentos. NO nos gusta vivir prisioneras del miedo en nuestra propia casa.

Pienso que aún queda mucho por hacer, sobre todo en materia de educación. Hay que inculcar en las niñas y en las jóvenes una buena autoestima, respeto por sí mismas, sentimientos positivos de igualdad con respecto a los hombres, seguridad, confianza, fortaleza y valentía. Hay que hacerles ver que NO es normal que alguien que dice amarles les haga daño, y que amar NO significa soportar, tragar con todo y aguantar lo indecible.

Me gustaría dejar con vosotros esta canción de Thunder, uno de mis grupos predilectos, con la correspondiente traducción de la letra. Han pasado casi 20 años desde que la grabaron, y a pesar del tiempo transcurrido, muchas mujeres todavía siguen llorando, en silencio, hasta que el río de sus lágrimas se seca. Ojalá cada vez sean menos.


HASTA QUE EL RÍO SE SECA

Ella no le ve tropezando con la puerta.
Ella no le oye echándole la bronca.
Ella no siente cuando la golpea contra el suelo. 
Ella no puede alcanzarle nunca más, es inútil.
Se dice a sí misma que él sigue siendo el hombre que ama, 
y llora hasta que el río se seca.
Él lo lamentará por la mañana,
pero ella llora hasta que el río se seca.
Hasta que el río se seca.

Ella recuerda cómo era antes,
entonces eran jóvenes y la vida no tenía preocupaciones, 
cada montaña era lo bastante pequeña como para superarla.
Ella se aferra a cada recuerdo sublime.
Mientras él se sumerge en un sueño agitado,
ella llora hasta que el río se seca,
Y culpa al mundo entero por las profundas cicatrices de él,
y llora hasta que el río se seca,
hasta que el río se seca.

Tantas veces ella fue hasta la puerta,
esforzándose por abandonarle,
pero cuando le ve derrumbarse...
Él sabe que ella dará la vuelta
Ella no ve más allá de las lágrimas de él,
ni más allá de todos aquellos años.

Se dice a sí misma que él sigue siendo el hombre que ama, 
y llora hasta que el río se seca.
Él lo lamentará por la mañana,
pero ella llora hasta que el río se seca.
Hasta que el río se seca.


viernes, 15 de noviembre de 2013

VIERNES DANDO LA NOTA: JOSH GROBAN

¿Os acordáis de la serie Ally McBeal?
En un capítulo de ella salía un chico tímido que no tenía pareja para el baile de graduación y se llevaba a Ally. El chico estaba enamorado de otra chica, claro, y en un momento del baile se subía al escenario y le cantaba una canción, dejando a todos boquiabiertos con su prodigiosa voz. 
Bueno, pues esta es la canción: You're still you, y éste es el chico: Josh Groban. No he podido encontrar la escena en Youtube, así que hoy traigo la canción interpretada en directo. 


Y como me gusta tanto este muchacho cantando, de propina va otro tema, una de mis canciones favoritas, que ha sido interpretada y versionada infinidad de veces: You raised me up.


Espero que os guste :-)  ¡FELIZ VIERNES!

miércoles, 13 de noviembre de 2013

O MAGOSTO

SOBRE LA FIESTA DE LA CASTAÑA

"O Magosto para agosto", cantaban Os Resentidos en su canción ochentera "Galicia Caníbal (Fai un sol de carallo)". Pues no. El magosto se celebra entre finales de octubre y el mes de noviembre. ¡Si hasta lo dice la wikipedia (ver aquí)!
Este viernes mis niños celebran, como cada curso, el Magosto. Se trata de una fiesta tradicional cuya protagonista indiscutible es la castaña, y constituye una de las dos grandes fiestas del Otoño en el colegio, junto con el espantoso Samaín (festividad galaica de origen celta, de donde deriva el conocido Halloween).
En la celebración del Magosto llevan a un castañero típico al cole, asan castañas, se calientan las manos con ellas, se queman los deditos y acaban con las uñas negras al abrirlas, algunos niños incluso las comen (mi Mediano no, desde luego :-D), beben leche, les cuentan historias, y durante las semanas previas hacen actividades castañiles tan cucas como ésta del año pasado:



También organizan un concurso de postres con productos típicos del Otoño, al que yo no me he presentado. Quizá el año que viene (ja, ja, ja, sonido de risas en la lejanía) :-D

Qué bonito es que en los colegios enseñen las distintas tradiciones y costumbres de cada lugar, pues si bien es necesario ir avanzando con los tiempos, es bueno de vez en cuando echar la vista atrás para saber de dónde venimos. Que sepan que hace mucho, mucho tiempo, aquí no se comían patatas porque no se conocían (para uno que yo conozco vivir sin ellas sería impensable), ni tampoco había maíz (ni chocolate, que estas cosas las trajo Colón de América), y nadie los echaba de menos porque teníamos -y aún tenemos- la deliciosa castaña. 


Y para acabar, el famoso cuento infantil de La castaña que reventó de la risa:

Una vez iban de paseo una brasa de carbón, una paja y una castaña. Llegaron a un río y no sabían cómo atravesarlo.
La castaña, que era muy lista, propuso lo siguiente:
-Como la paja puede flotar en el agua, yo me montaré encima de ella y me llevará nadando a la otra orilla. Luego regresará a ti, dijo dirigiéndose a la brasa.
A las dos les pareció muy bien, y así se hizo. Primero la paja pasó a la castaña y luego volvió por la brasa de carbón.
Pero cuando estaban a mitad del río, la paja sintió que se estaba quemando con el calor de la brasa y casi sin querer hizo un movimiento brusco, y de una sacudida la tiró al agua.
Cuando la castaña lo vio, le dio un ataque de risa. Se reía tan a gusto, de ver a la brasa remojada, se reía con tanta fuerza, que reventó.
La paja llegó a la orilla completamente chamuscada.
La brasa llegó más tarde, apagada por completo, chorreando.
Llegaron además muy enfadadas las dos con la castaña porque se había reído cuando ellas lo pasaban mal, pero cuando vieron que con la risa había reventado su piel, y estaba destrozada, se compadecieron y fueron a buscar al sastre para que la remendara y le recosiera el roto.
El sastre sólo tenía un trozo de tela de color más claro que el de la piel de la castaña, y tuvo que arreglárselo poniéndole un pedazo de ese color.
Por eso ahora andan todas las castañas con un trozo de piel, que parece un trocito más claro.

¡Que viva el Magosto!