miércoles, 12 de septiembre de 2012

UN ROEDOR EN CASA

DE CÓMO SE HACEN CADA VEZ MAYORES



Hoy el primogénito empezó el cole. Primero de primaria. 
Adiós a los mandilones, a escribir con lápiz y a trabajar sólo con fichas. Ahora empezará a usar bolígrafo, a llevar mochila y a traer deberes a casa. Tendrá que lidiar con profesores nuevos, y con libros de texto de tropecientas páginas que espero puedan heredar sus hermanos.

-Mamá, tengo miedo del cole.
-¿Por qué?
-Porque no va a estar la profe Charo.
-Pero tendrás otros profes estupendos, que te van a cuidar y a querer tanto como te quiere Charo.

Además, anoche, por primera vez, el Ratoncito Pérez visitó nuestra casa.
-Mamá, ¿el Ratoncito Pérez existe?- me preguntó antes de quedarse dormido.
-¿Tú crees que existe?- le pregunté yo.
-Sí.
-Pues claro que existe, mi niño.
-¿Y qué vas a hacer si de noche te despiertas y lo ves?
-Coger una escoba y darle unos buenos mamporros. O mejor gritar, y llamar a papá para que lo eche fuera, que a mí los ratones me dan mucho asco.
Y él se moría de risa.

Y esta mañana, bajo la almohada, encontró un sobre de pegatinas de animales, una moneda de chocolate, dos monedas de verdad (para comprar más pegatinas, claro), una bolsita de gominolas y un vale por un trozo de tortilla de patatas.

Y papá le llevó al cole. Con miedo, pero valiente. 
Un curso más, y un diente menos. 


"Todo el mundo puede hacerse mayor. Lo único que se requiere es vivir el tiempo suficiente" (Groucho Marx)


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