lunes, 15 de octubre de 2012

TIPOS DE MADRES (Y YA VAN III)


SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS LLEGAR A CONOCER (O SER)

Madre Gato Negro: que el nombre no nos lleve a engaño. No estamos ante una variedad de la prodigiosa y benefactora Madre Gata, sino de otra especie bien distinta. Es ésta una criatura mezquina, peligrosa, y dañina para su entorno. Se caracteriza por pensar (y dejar claro que lo piensa) que ella es así por una cuestión de mala suerte, y que el resto de madres son como son porque nacieron con una pata de conejo en el bolsillo. La Madre Gato Negro no pudo dar el pecho porque ¡mala suerte! no tenía leche, no como la Madre Vaca, que tuvo la suerte de sí tenerla (las grietas, la sangre en los pezones, las mastitis, u otros obstáculos que la Madre Vaca tuviera que superar con tenacidad y empeño, no cuentan). La Madre Gato Negro perdió su trabajo por mala suerte, no como la Madre Pingüino Emperador, a la que no pillaron en la oficina y en horario laboral, enganchada al Facebook (que la Madre Pingüino Emperador trabajase, en vez de rascar la barriga frente al ordenador, no cuenta). La Madre Gato Negro tiene mala suerte con su hijo, porque no sabe dormir solo, y tuvo que llamar a la Supernanny, al SuperEstivill, y al SuperPericodelosPalotes, no como la Madre Osa, tan afortunada ella que su niño duerme toda la noche de un tirón (que lo haga acompañado en la cama de sus padres, no cuenta).
Madre Pingüino Emperador: este tipo de madre se caracteriza por salir y sumergirse en los turbulentos mares del mundo laboral en busca de sustento, dejando el huevo, perdón, el niño, a cargo del macho. Si el macho no está disponible, la Madre Pingüino Emperador (aquella a la que no pillaron en la oficina y en horario laboral enganchada al Facebook, porque a diferencia de otros, ella sí trabaja, no rasca la barriga frente al ordenador), buscará alguien de confianza que se haga cargo de su hijo. La Madre Pingüino Emperador no empaqueta a sus hijos a la primera de cambio, ni prefiere quedarse en el trabajo antes que “aguantar a sus hijos en casa”.    
Madre Mono Aullador: confieso, para mi vergüenza, que ésta soy yo en muchas ocasiones (más de las que quisiera, y muchas más de las que debiera). Al igual que los monos aulladores (los mamíferos terrestres más ruidosos), mis chillidos pueden escucharse a una distancia de casi 5 kms. ¿Por qué grita tanto este tipo de madre? Puede ser para captar la atención de sus hijos (¡¡¡¿Es que no me oyes?!!!), para conseguir que éstos hagan algo (¡¡¡Acábate el Colacao de una vez!!!), para intentar evitar una desgracia (¡¡¡No le saltes en la cabeza a tu hermano!!!), o para prevenir de algún peligro (¡¡¡El niño ha cogido el cuchillo!!!). En cualquier caso, esta conducta es bastante reprobable. Gritar es muy feo, y hace daño a los niños (y no sólo a sus tiernos oídos). Por eso, en muchas ocasiones, la Madre Mono Aullador se arrepiente, se acerca a sus hijos con el rabo entre las piernas para pedirles perdón, y se esfuerza por combatir el exceso de decibelios en su hogar. La Madre Mono Aullador que intenta dejar de serlo, en ningún caso debe actuar como la Madre Gato Negro, justificando lo injustificable, ni echando la culpa a los demás.

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