DE CÓMO UN PADRE SE CONVIRTIÓ EN EL MEJOR PADRE
El mejor padre no es el que más dinero
lleva a casa; sino el que más amor aporta al hogar.
El mejor padre no es el que tiene el
puesto de trabajo más importante y de más responsabilidad; sino el que sabe que
su familia es su principal responsabilidad y por eso es más importante que su
trabajo.
El mejor padre no es el que tiene el
coche full equip, último modelo y siempre impoluto; sino el que tiene el coche
siempre disponible para llevar a su familia a donde haga falta.
El mejor padre no es el que más grita, ni el que más broncas echa a su hijo, sino el que más habla con él y le escucha.
El mejor padre no es el que más
regalos le compra a su hijo por su cumpleaños y por Navidad; sino el que está
todos y cada uno de los días del año disponible para él, regalándole sin
escatimar su tiempo y su atención.
El mejor padre no es el que más miedo
infunde en su hijo; sino el que más respeto inspira.
El mejor padre no es el que más
levanta la mano; sino el que más extiende los brazos.
El mejor padre no es el que colma a su
hijo de promesas y promesas para el futuro; sino el que cumple su palabra.
El mejor padre no es el que vuelca
todos sus anhelos y esperanzas frustradas en su hijo para que él los cumpla;
sino el que apoya los sueños propios de su hijo y espera que se hagan realidad.
El mejor padre no es el que quiere que
su hijo tenga todo lo que él no tuvo; sino el que quiere que su hijo tenga lo
suficiente para ser feliz.
El mejor padre no es el que aspira que
su hijo sea una persona importante; sino el que aspira que su hijo sea una
buena persona.
El mejor padre no es el que deja la
herencia más sustanciosa a sus hijos; sino el que les deja el legado de un buen
ejemplo.
El mejor padre, mi amor, eres tú. ¡Feliz cumpleaños!
P.S. No te emociones, que nos conocemos...
"CUALQUIERA PUEDE SER PADRE,
PERO SÓLO UN HOMBRE DE VERDAD PUEDE SER PAPÁ"
Anónimo
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