lunes, 29 de octubre de 2012

FELIZ CUMPLEAÑOS



Hoy el primogénito cumple seis años. Así que...

Feliz, feliz en tu día,
amiguito, que Dios te bendiga,
Que reine la paz en tu vida
y que cumplas muchos más.

¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!!

lunes, 15 de octubre de 2012

TIPOS DE MADRES (Y IV)


SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS LLEGAR A CONOCER (O SER)


Madre Cóndor: esta madre imita al ave de la famosa canción peruana “El cóndor pasa”. Por increíble que parezca, la Madre Cóndor pasa bastante de sus hijos. En el parque, es la típica calientabancos que “suelta” a su prole y se pone de charla y comadreo con otros progenitores. En una reunión (como una fiesta de cumpleaños infantil), es la que está en el centro de todas las conversaciones de los adultos, bebiendo, comiendo, relajándose. La Madre Cóndor pasa, se desentiende, y elude su responsabilidad de vigilar y supervisar a sus hijos. Como si otras personas tuvieran la obligación de velar por ellos (como la Madre Osa, por ejemplo, “de paso que mira por su hijo, que le eche un ojo al mío”, piensa). La Madre Cóndor se mueve a medio camino entre la indiferencia y la dejadez, amparada bajo la teoría de que no es bueno “intervenir” ni mediar en los conflictos de los hijos. La Madre Cóndor considera que los niños, a partir de 3 años, ya tienen que buscarse la vida por sí mismos, por lo que no hay que meterse en sus asuntos, en sus peleas, ni en sus riñas: “tienen que ser autónomos y maduros, y arreglar sus problemas entre ellos”. Casualmente, este razonamiento y este proceder se dan principalmente cuando el hijo de la Madre Cóndor es el agresor, el hostigador o el abusón. Pero todos estos argumentos pedagógicos se vienen abajo cuando es su hijo el agraviado, el agredido, el insultado o el marginado. Ahí la Madre deja de ser cóndor para sacar las garras de oso, y el discursito de “no hay que darle importancia, son cosas de niños”, cambia por el de “¡a ver si vigilas un poco al animal de tu hijo, que mira lo que le ha hecho al mío!”
Madre Macho Agresivo En Celo: si algo caracteriza a este tipo de madre es lo peligrosa que resulta para sus hijos. La Madre Macho Agresivo En Celo no piensa en nadie más que en sí misma, y en satisfacer sus egoístas deseos (que suele hábilmente enmascarar bajo el nombre de “necesidades”). Su consigna es “si yo estoy feliz, mis hijos estarán felices”, y sus acciones se basan en este razonamiento tan erróneo como inválido. La Madre Macho Agresivo En Celo no duda en usar la violencia en todas sus formas: física, psicológica, verbal, emocional, y todas las demás que puedan existir. Y si tiene que aplastar, matar o comerse a las crías que se interponen en su camino, lo hace.
Madre Zorra: no debe su nombre al hecho de compartir madriguera con sus hijos, y tampoco le viene por ser especialmente astuta. La Madre Zorra lo es por méritos propios: por descalificar al resto de madres (e hijos, y personas en general) que no hacen lo que ella dice, ni son como ella pretende. Por despreciar y por insultar, aunque sea “desde el cariño”. Por juzgar y por criticar. Por creer que su manera de hacer las cosas es la única válida. Por aprovecharse de la bondad y la buena educación de los demás. Por abusar de la confianza y la buena fe. Por andar con comparaciones y con chismes. Por envidiosa y por intrigante. Por mala persona y peor madre. Por inculcar y transmitir a sus hijos la idea de que para “triunfar” en la vida hay que ser egoísta, interesado y ruin. Por transmitir el legado de la mezquindad y la zorrería. Por todo ello (y más cosas que cualquiera podría añadir), se le denomina Madre Zorra (sin ánimo de ofender a las raposas). Que Dios nos libre de ellas. 


TIPOS DE MADRES (Y YA VAN III)


SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS LLEGAR A CONOCER (O SER)

Madre Gato Negro: que el nombre no nos lleve a engaño. No estamos ante una variedad de la prodigiosa y benefactora Madre Gata, sino de otra especie bien distinta. Es ésta una criatura mezquina, peligrosa, y dañina para su entorno. Se caracteriza por pensar (y dejar claro que lo piensa) que ella es así por una cuestión de mala suerte, y que el resto de madres son como son porque nacieron con una pata de conejo en el bolsillo. La Madre Gato Negro no pudo dar el pecho porque ¡mala suerte! no tenía leche, no como la Madre Vaca, que tuvo la suerte de sí tenerla (las grietas, la sangre en los pezones, las mastitis, u otros obstáculos que la Madre Vaca tuviera que superar con tenacidad y empeño, no cuentan). La Madre Gato Negro perdió su trabajo por mala suerte, no como la Madre Pingüino Emperador, a la que no pillaron en la oficina y en horario laboral, enganchada al Facebook (que la Madre Pingüino Emperador trabajase, en vez de rascar la barriga frente al ordenador, no cuenta). La Madre Gato Negro tiene mala suerte con su hijo, porque no sabe dormir solo, y tuvo que llamar a la Supernanny, al SuperEstivill, y al SuperPericodelosPalotes, no como la Madre Osa, tan afortunada ella que su niño duerme toda la noche de un tirón (que lo haga acompañado en la cama de sus padres, no cuenta).
Madre Pingüino Emperador: este tipo de madre se caracteriza por salir y sumergirse en los turbulentos mares del mundo laboral en busca de sustento, dejando el huevo, perdón, el niño, a cargo del macho. Si el macho no está disponible, la Madre Pingüino Emperador (aquella a la que no pillaron en la oficina y en horario laboral enganchada al Facebook, porque a diferencia de otros, ella sí trabaja, no rasca la barriga frente al ordenador), buscará alguien de confianza que se haga cargo de su hijo. La Madre Pingüino Emperador no empaqueta a sus hijos a la primera de cambio, ni prefiere quedarse en el trabajo antes que “aguantar a sus hijos en casa”.    
Madre Mono Aullador: confieso, para mi vergüenza, que ésta soy yo en muchas ocasiones (más de las que quisiera, y muchas más de las que debiera). Al igual que los monos aulladores (los mamíferos terrestres más ruidosos), mis chillidos pueden escucharse a una distancia de casi 5 kms. ¿Por qué grita tanto este tipo de madre? Puede ser para captar la atención de sus hijos (¡¡¡¿Es que no me oyes?!!!), para conseguir que éstos hagan algo (¡¡¡Acábate el Colacao de una vez!!!), para intentar evitar una desgracia (¡¡¡No le saltes en la cabeza a tu hermano!!!), o para prevenir de algún peligro (¡¡¡El niño ha cogido el cuchillo!!!). En cualquier caso, esta conducta es bastante reprobable. Gritar es muy feo, y hace daño a los niños (y no sólo a sus tiernos oídos). Por eso, en muchas ocasiones, la Madre Mono Aullador se arrepiente, se acerca a sus hijos con el rabo entre las piernas para pedirles perdón, y se esfuerza por combatir el exceso de decibelios en su hogar. La Madre Mono Aullador que intenta dejar de serlo, en ningún caso debe actuar como la Madre Gato Negro, justificando lo injustificable, ni echando la culpa a los demás.

TIPOS DE MADRES(II)


SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS LLEGAR A VER Y SER 


Madre Osa: la Madre Osa comparte su cama con sus hijos, cual osa con sus oseznos en la osera. La cama matrimonial pasa así a formar parte del pasado, o de “la otra vida”. Ahora es la cama familiar. Cuando se presentan problemas de espacio, la Madre Osa tiene varias opciones, entre las que destacan el método LIFO (los últimos en entrar son los primeros en salir), y la teoría de medición de volúmenes, tras la cual lo más seguro es que papá (o el miembro que más ocupe en la cama-osera) quedará out. Por otro lado, la Madre Osa se caracteriza por defender y proteger a sus hijos, poniendo su cuidado y seguridad por encima de todo
Madre Pulpo: he aquí un auténtico prodigio de la naturaleza. La Madre Pulpo, con sólo dos brazos, se desenvuelve como si tuviera ocho. A la hora de la comida, por ejemplo, la Madre Pulpo es capaz de darle la teta al pequeño, cucharada de arroz al mediano, cortar el filete del mayor, vigilar que no se queme el estofado, contestar al teléfono, recoger las servilletas del suelo, servir el agua y rascarse la punta de la nariz, todo al mismo tiempo (o casi).
Madre Gata: también conocida como Madre Pulpo con Sentido Arácnido, este tipo de madre presenta unos reflejos y una capacidad de reacción de lo más extraordinario. Evita que los recipientes con líquido vuelquen, que los bebés caigan del cambiador, y que los niños se tiren del sofá. En espacios abiertos, puede llegar a prevenir caídas de columpios, precipitaciones desde lugares elevados, y que un resbalón se convierta en un romper los dientes contra el suelo. La destreza de la Madre Gata no conoce límites: caza al vuelo la papilla que resbala de la boca de su bebé antes de que llegue al babero, intercepta el dedo con moco de su hijo en el fugaz trayecto nariz-boca, detiene la mano mamporril de su infante antes de que llegue a su objetivo, esquiva proyectiles lanzados en plena guerra de juguetes, e incluso puede librarse –y contener- el chorrito de pis disparado por un niño sin pañal tumbado boca arriba.    

TIPOS DE MADRES (I)


SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS ENCONTRAR


Madre sólo hay una. ¡Vaya novedad! ¿Pero cómo es esa madre? La observación me ha mostrado que hay muchos tipos de madres, y la experiencia, que no son en ningún caso excluyentes. Todas podemos ser cualquiera de ellas, según la hora del día, el lugar donde nos encontremos, y la compañía que tengamos.

Madre Vaca: ahora mismo, ésa soy yo, una madre que –al igual que muchas otras- ha perfeccionado la técnica de usar el teclado con una sola mano y con relativa velocidad (esto no lo enseñaban en las clases de escribir a máquina, ¿eh?). Con la otra mano sujeto al pequeño (érase un niño a una teta pegado), que el señorito necesita un respaldo cómodo, que luego vienen las lesiones de cuello y espalda (las de la madre ya son irreversibles). La Madre Vaca se caracteriza, fundamentalmente, por pasar la mayor parte del tiempo dando la teta. Ha perdido gran parte del pudor y la vergüenza que le hubieran podido quedar después de la experiencia del parto, lo que le lleva a dar la teta en cualquier sitio: el parque, la playa, la calle, el cine, la cafetería, la terraza del bar, la sala de espera del médico, la iglesia, los sillones del Ikea, los pasillos del Carrefour, la mesa mientras está comiendo, la taza del w.c., la bañera… Ha perdido también la oportunidad de convertirse en una it girl, pues a la hora de elegir vestimenta, la Madre Vaca piensa no en lo económico que es ese little black dress de Dior, ni en el furor que causaría ese ajustadísimo y trendy mono con animal print, ni en lo bien que combinaría ese vestido lady con sus bailarinas vintage, sino más bien en la operatividad de esas prendas a la hora de dar el pecho. La practicidad prevalece sobre las tendencias: lo que para otras es un must, para la Madre Vaca es un how? (o mejor dicho, un “¿cómorrrr hago para sacar la teta con esta ropa sin tener que hacer un striptease?”).

Madre Koala: o canguro, o cualquier otro marsupial, de esos que llevan a su cría en la bolsa. La Madre Koala siempre anda con los hijos a cuestas. Uno, o dos, o los que pueda cargar. En la escalera, en esa cuesta tan empinada, en esta calle cuesta abajo, en su casa, en casas ajenas, haciendo la comida, intentando ver la tele, intentando dormir, dando la teta al pequeño, empujando el carrito del bebé, empujando el carro de la compra, en el parque, en la playa, en el colegio… es decir, en todo tiempo y lugar. La Madre Koala intentará responder siempre al pedido de sus hijos, hasta que la espalda y los brazos lo permitan o hagan crack!

lunes, 8 de octubre de 2012

ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA

DE LOS PELIGROS DEL ABUSO DE ALGUNAS COSAS


Imagen sacada de la wikipedia
Al igual que la mayoría de la gente, en casa poseemos un arma de destrucción masiva. Aparte del cuarto de baño, claro, que si en ciertas ocasiones llegaran a propagarse sus vapores, nos las veríamos con la aniquilación fulminante de toda forma de vida, humana, animal y vegetal, en nuestro barrio y zonas limítrofes. Pero no me refiero al W.C. Tampoco es que escondamos una bomba termonuclear, ni frasquitos monodosis de virus ébola. 
Es un arma terrible, que provoca el atrofiamiento de las capacidades motoras y cognitivas. Los sujetos expuestos a ella experimentan una sensación de debilidad muscular repentina, que les obliga a apoltronarse en el sofá o en el suelo (según donde les sorprenda el impacto), mayormente en posición decúbito lateral (derecho o izquierdo). De forma progresiva van perdiendo facultades sensoriales, mermando así su oído (ya no escuchan otra cosa) y su vista (ya no ven otra cosa). Los músculos faciales pierden tonicidad, la mandíbula se descuelga, asoma la punta de la lengua, en casos severos puede llegar a haber desprendimientos de saliva por la comisura de los labios. El habla desaparece casi por completo. Se ralentizan las funciones cerebrales. Los sujetos se sumergen en un estado de letargo, a medio camino entre la hipnosis y el coma profundo. No son esporas de ántrax. No es un isótopo radiactivo. Algunos le llaman "el atontizador". Otros, simplemente, la tele.
Confieso que el pasado sábado el paterfamilias se vio tentado a usarla contra los niños. Sólo porque decidieran despertar y levantarse antes de las ocho de la mañana, cuando de lunes a viernes hay que contratar servicios de demolición para despertarles, y grúa para sacarlos de la cama. Nada extraño, pues como casi todo el mundo sabe, esta es una práctica habitual de los niños en edad escolar. 
Volvamos a los hechos. Se ve que el paterfamilias tenía mucho sueño (sería porque el bebé había dado la serenata durante la madrugada), y quiso seguir el ejemplo de estos padres modernos de ahora, que tienen a los niños bien enseñados (no como nosotros), y saben que el fin de semana está terminantemente prohibido entrar en el dormitorio matrimonial (¿cómo no van a entrar nuestros hijos si es que ya no han salido, porque duermen allí?), y si se levantan antes que papá y mamá, tienen orden expresa de ir (sin hacer ruido) a ver la tele (bajito, para no molestar), porque mira que son listos que saben ponerla ellos solitos y seleccionar clan TVE, o Boing, o lo que se tercie (si en alguna cadena salen monstruos, o asesinos en serie, o violadores, o todo junto, qué más da, si nadie se va a dar cuenta, y de paso ampliamos vocabulario "gilip...", "hijo de la gran...", "pedazo de maric..." (ah, no, que todo eso ya lo sabían, que son niños muy espabilados, no como los nuestros), y nos vamos acostumbrando a la violencia y a las escenas tórridas. 
Pues bien, creo que fue después del tercer o cuarto salto sobre sus riñones cuando el paterfamilias le dice al mayor que se vayan a ver la tele. Dicho y hecho. No hubo que insistir. Mi superoído no tardó en captar el sonido lejano (la puso bajita, qué considerado) de la televisión de la sala, era Mickey Mouse y su "si queréis la herramienta, decid..."
En un primer momento pensé en no hacer nada. Yo también tenía sueño. Pero la imagen de los tres infantes "atontizados" en el sofá me estremeció profundamente. ¿Cuántas horas seguidas de tele serían capaces de ver? "Hasta el infinito, ¡y más allá!", como diría Buzz Lightyear. Y ahí sí que no. ¿Y si sufrían alguna lesión irreversible por sobredosis de "Atontadol"? Por encima de mi soñoliento cadáver. Me levanté como pude, rauda y veloz, y aparecí en la sala antes de que los niños pudieran decir "...pimienta". Me los encontré, cómo no, sentaditos en el sofá (aún no se habían tumbado), quietecitos, en silencio, sin molestar, con los ojos clavados en la pantalla y las boquitas entreabiertas. 
Desactivé el aparato pulsando el botón rojo. Hubo lloros varios y protestas enérgicas que duraron 2,5 segundos, el tiempo que tardamos en ir a desayunar. Pudieron desentumecer los miembros de sus cuerpos casi al instante, porque la exposición al peligro había sido mínima. Tampoco hubo daños colaterales.

P.S. El paterfamilias se levantó una hora más tarde: "No pude dormir nada, porque no estabas a mi lado". "Pues chico, ya eres mayorcito". ¿Tendré que aplicarle el método Estivill? Le preguntaré a los padres modernos de ahora

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