No recuerdo si fue en el colegio o en el instituto donde nos hablaron por primera vez de cromosomas y genética, de Leyes de Mendel y guisantes. Supongo que fue ahí donde aprendí que las chicas tenemos cromosomas XX, mientras que los chicos tienen XY. A la hora de concebir un hijo, la madre aportará uno de sus cromosomas (X, invariablemente), y la aportación del cromosoma sexual del padre determinará si es niña (X) o niño (Y).
Aquí es donde entra en escena el grito de angustia/acusación/desahogo/excusa/improperio/ataque de la mamá de Calvin, como podemos leer en la historieta que inicia esta entrada:
"¡FUE TU ESTÚPIDO CROMOSOMA, NO EL MÍO!"
Como ya muchos sabréis, en casa estoy en minoría cromosomática absoluta, rodeada de machos XY (y RH+, añado, mientras yo soy la única XX con RH-, pero esta es otra cuestión). ¿Y qué características propias del cromosoma Y percibo yo en mis hijos? (Por supuesto, espero que las que tenéis más conocimiento de la casuística XX (es decir, niñas en casa, o que trabajéis con niños y niñas pequeños) corroboréis/refutéis/arrojéis luz sobre este delicado asunto).
1. Los niños son más brutos. La naturaleza animal que llevan dentro se dispara a la mínima, la fiera de su interior se desata, les posee por completo, y en un abrir y cerrar de ojos tus delicados príncipes se transforman en unas bestias pardas. Potrillos desbocados, toretes indomables, conejitos Duracell con pilas recién estrenadas, terremotos incontrolables. Di tú que el Papi no ayuda mucho a mantener la serenidad, la paz y el sosiego (no en vano ostenta, desde hace ya mucho tiempo el título oficial de Acelerador de partículas (ver post explicativo aquí)), pues es el primero en iniciar y promover las luchas cuerpo a cuerpo, los vuelos sin motor, los ataques cosquilliles, los aplastamientos... en resumen, los juegos físicos a lo bruto y a lo bestia, que mis hijos tanto adoran.
2. Los niños son más escatológicos. (Digo escatológicos por no poner directamente guarretes.) Les pierde el humor del caca-pedo-culo-pis, los mocos y los eructos. Vale que las niñas también se ríen con estas cosas, y es cierto que he visto princesitas de cuento sacar de su delicada naricilla, con su fino dedito índice de uñita primorosamente pintada de rosa, un moco viscoso tamaño meteorito XXL que acabó dentro de su tierna boquita de fresa. Pero lo de los concursos de pedos, y los campeonatos de eructos jamás los he visto entre féminas. Ni tampoco esa afición al exhibicionismo, que les lleva a andar enseñando culete o colita a diestra y siniestra.
3. Concesionario de coches en el salón. Qué digo salón, la casa entera se convierte en aparcamiento de docenas de Hot Wheels y coches diversos de Cars (próximamente también hangar para Aviones, gracias a Disney). El parque móvil que hay en tu domicilio supera al de toda tu provincia.
4. Competencia a Faunia. Si es que la culpa es toda nuestra, por ser unos padres carcas que fomentan el juego sexista al no comprarles muñecas a los niños. Rinocerontes y mamuts en la cama, tigres y serpientes por las estanterías, osos pardo y tapires por el suelo, dinosaurios y tiburones en la bañera, camaleones y vacas bajo el sofá... fauna tan variada que rivalizaría con Cabárceno y Dinópolis juntos.
Habrá quien diga que los niños y las niñas son iguales, y que somos los padres los que vamos amoldando sus gustos y preferencias siguiendo los rancios dictados y los roles establecidos por la opresora sociedad patriarcal. Por supuesto no soy ninguna experta, y me baso en lo que conozco, pero yo creo que no es del todo cierto (que algo de eso hay, por supuesto, pero menos de lo que parece). Dále el mismo juguete a un niño y a una niña chiquitines, y jugarán y lo manipularán de maneras totalmente distintas. Mi hermano jugaba con mis Barriguitas de Famosa... para clavarles las tijeras, y para ponerle la cabeza en el pie, y el brazo en lugar de la pierna.
Niños y niñas son diferentes, con tendencias, preferencias, modos de ser, de jugar, de relacionarse y de expresarse distintos. Y nosotros debemos aceptarlos y respetarlos, sin olvidar, por supuesto, que ninguno es mejor que otro.
Ya hace mucho que asumí que en mi casa la vida no iba a ser de color de rosa... sino azul. ¿Y sabéis qué? ¡Que me encanta! Claro que me hubiera gustado una niñita para peinarla, vestirla y jugar a las muñecas cederle mi honroso legado como mujer, pero de verdad que no cambio a mis XY por nada en el mundo.
¡¡¡Muchas gracias, Papi, por tu estúpido cromosoma!!!