DE CUÁNTO ME REÍ CUANDO ME LLAMARON MADRE EXPERTA
Hace quince meses, más o menos, llevamos a nuestro tercer hijo a la matrona, al centro de salud, a que le hiciera las pruebas
metabólicas (el pinchazo en el talón). Para ello me pidieron que lo pusiera al
pecho (por lo de la “tetanestesia”, que le llaman). Y entonces la matrona se
dirigió a las dos estudiantes (o matronas en prácticas, supongo) que estaban
con ella, y habló en plan documental de David Attenborough: “observad cómo la
madre coge al bebé en los brazos, girándolo contra su cuerpo, barriga con
barriga, permitiendo así al bebé mamar en una posición correcta. Se nota que es una
madre experta.” Bueno, no recuerdo las palabras exactas, pero sí recuerdo que me reí
un poco en la consulta, y mucho al llegar a casa. ¿Madre experta? ¿Dónde?
Tres embarazos, tres partos y tres bebés, evidentemente
convierten a cualquiera en madre “experimentada”, pero de ahí a “experta”… Y no
lo digo por falsa modestia, ni mucho menos, pero os aseguro que esos tópicos de
“cada embarazo es único” y “cada niño es un mundo” son absolutamente ciertos.
Si alguna vez me creí experta en algo, ahí llegó el tercer
bebé, con su galactorrea, con un ombligo que hubo que “quemar”, con un oído
supurante… cosas a las que no me había enfrentado nunca, y ante las que estaba
totalmente pez. Era el tercero, y me sentía como una madre primeriza.
Así que aquí de expertos nada, que ya el mundo anda lleno
(¡y sobrado!) de ellos.
Por lo tanto, con este blog no pretendo andar dando consejos
como si yo fuera un pozo de sabiduría. Tan sólo quiero compartir mis experiencias,
mis andanzas, mis aventuras y desventuras, con el deseo de poder ser de
utilidad a alguien, como otros lo han sido –y lo son- para mí.
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