SOBRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MADRES QUE PODEMOS LLEGAR A CONOCER (O SER)
Madre Gato Negro: que el nombre no nos lleve a engaño. No estamos
ante una variedad de la prodigiosa y benefactora Madre Gata, sino de otra
especie bien distinta. Es ésta una criatura mezquina, peligrosa, y dañina para
su entorno. Se caracteriza por pensar (y dejar claro que lo piensa) que ella es
así por una cuestión de mala suerte, y que el resto de madres son como son
porque nacieron con una pata de conejo en el bolsillo. La Madre Gato Negro no
pudo dar el pecho porque ¡mala suerte!
no tenía leche, no como la Madre Vaca, que tuvo la suerte de sí tenerla (las grietas, la sangre en los pezones, las
mastitis, u otros obstáculos que la Madre Vaca tuviera que superar con
tenacidad y empeño, no cuentan). La Madre Gato Negro perdió su trabajo por mala suerte, no como la Madre Pingüino
Emperador, a la que no pillaron en la oficina y en horario laboral, enganchada
al Facebook (que la Madre Pingüino Emperador trabajase, en vez de rascar la
barriga frente al ordenador, no cuenta). La Madre Gato Negro tiene mala suerte con su hijo, porque no sabe
dormir solo, y tuvo que llamar a la Supernanny, al SuperEstivill, y al
SuperPericodelosPalotes, no como la Madre Osa, tan afortunada ella que su niño
duerme toda la noche de un tirón (que lo haga acompañado en la cama de sus
padres, no cuenta).
Madre Pingüino Emperador: este tipo de madre se caracteriza por salir y
sumergirse en los turbulentos mares del mundo laboral en busca de sustento,
dejando el huevo, perdón, el niño, a cargo del macho. Si el macho no está
disponible, la Madre Pingüino Emperador (aquella a la que no pillaron en la
oficina y en horario laboral enganchada al Facebook, porque a diferencia de
otros, ella sí trabaja, no rasca la barriga frente al ordenador), buscará
alguien de confianza que se haga cargo de su hijo. La Madre Pingüino Emperador
no empaqueta a sus hijos a la primera de cambio, ni prefiere quedarse en el
trabajo antes que “aguantar a sus hijos en casa”.
Madre Mono Aullador: confieso, para mi vergüenza, que ésta soy yo en
muchas ocasiones (más de las que quisiera, y muchas más de las que debiera). Al
igual que los monos aulladores (los mamíferos terrestres más ruidosos), mis
chillidos pueden escucharse a una distancia de casi 5 kms. ¿Por qué grita tanto
este tipo de madre? Puede ser para captar la atención de sus hijos (¡¡¡¿Es que
no me oyes?!!!), para conseguir que éstos hagan algo (¡¡¡Acábate el Colacao de
una vez!!!), para intentar evitar una desgracia (¡¡¡No le saltes en la cabeza a
tu hermano!!!), o para prevenir de algún peligro (¡¡¡El niño ha cogido el
cuchillo!!!). En cualquier caso, esta conducta es bastante reprobable. Gritar
es muy feo, y hace daño a los niños (y no sólo a sus tiernos oídos). Por eso,
en muchas ocasiones, la Madre Mono Aullador se arrepiente, se acerca a sus
hijos con el rabo entre las piernas para pedirles perdón, y se esfuerza por
combatir el exceso de decibelios en su hogar. La Madre Mono Aullador que
intenta dejar de serlo, en ningún caso debe actuar como la Madre Gato Negro,
justificando lo injustificable, ni echando la culpa a los demás.
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