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SOBRE LA FURIA INCONTENIBLE QUE EMBARGA AL PATERFAMILIAS CUANDO PIENSA EN EL SISTEMA EDUCATIVO DE FINLANDIA
Cada vez que al paterfamilias le llega alguna noticia nueva –o vieja- del sistema educativo de Finlandia se transforma en el increíble Hulk: por un lado, se pone verde (de envidia) por no vivir ahí, ni podernos mudar debido a la inexorable barrera idiomática. Y por otro lado, se ve poseído por una furia y una ira incontenibles al ver cómo en nuestro país el tema de la educación se toma tan a la ligera.
Y el otro día en la tele emitieron, una
vez más, un reportaje sobre Finlandia. Yo no pude verlo (estaba durmiendo con
los niños), pero me imagino la escena a la perfección: el reportaje desgranando
las bondades del sistema educativo finlandés (escolarización a los siete años, enseñanza
gratuita incluyendo la universidad, atención personalizada a los alumnos,
altísima formación del profesorado, subvenciones estatales por doquier…) y
comparándolo con la chapuza que los políticos han montado aquí a golpe de
reformas y reales decretos. Y el paterfamilias retorciéndose en el sofá, o
resoplando, o meneando la cabeza, o todo al mismo tiempo. El Increíble Hulk a
punto de estallar.
Al día siguiente me hizo –cómo no- un
resumen pormenorizado del reportaje en cuestión, y nuestra conversación acabó
como siempre que tocamos este asunto, con una retahíla de ayes y lamentos por
lo que nos ha caído aquí: un sistema político de risa que ha engendrado un
sistema educativo de pena, en el que sólo cuenta la nota final, obviando la
formación integral, emocional y personal de los alumnos. Una fábrica de “burros
especializados” (como decía su profesor de Económicas) que sólo saben hacer una
única cosa, siendo totalmente ignorantes del resto.
Luego el paterfamilias y yo empezamos a
divagar, y filosofamos sobre la cochina sociedad en que vivimos, cada vez más
egoísta, individualista y materialista, y con unos valores familiares de
vergüenza; una sociedad que desprecia a los padres comprometidos y a los buenos
profesores y rechaza su autoridad (¡que no autoritarismo!), que menosprecia la
disciplina (confundiéndola con represión o maltrato), el esfuerzo y el
sacrificio (¿sacri… qué?), que predica el relativismo y el “todo vale” y se ríe
de la bondad, la honestidad, y de otros valores en desuso. Una sociedad de
apariencias donde se idolatra la imagen y el aspecto físico, donde los jóvenes
sueñan con salir en Gran Hermano, cuna y trampolín de famosillos de medio pelo,
portadas de Interviú, y tertulianos de la telebasura. A eso aspiran los jóvenes
de hoy en día, además de a ser chulo-futbolistas o golfo-modelos, y a eso
parecen incitarles sus padres desde edades bien tempranas.
Después el paterfamilias y yo repasamos el
gran trabajo de nuestros políticos a favor de las familias: ausencia de
conciliación real, falta total de ayudas económicas, fomento de la
incorporación inmediata al trabajo de la mujer tras dar a luz (para qué cuatro
meses, si muchas con dos –o menos- ya están de vuelta), bajas maternales
ridículas, desprestigio de la labor de criar a los hijos, ensalzamiento y
promoción de las guarderías (con avales científicos incluídos), existencia de empresas
en busca del expediente académico perfecto, en vez de buscar al trabajador
idóneo…
Y antes de deprimirnos más contemplando el
negro panorama de este nuestro país de corrupción y pandereta, llega alguno de
los niños, o todos juntos, y nos lanzan una sonrisa, o un hola, o un dulce
beso. Y el paterfamilias ya no es el Increíble Hulk airado y furioso, sino un
padre, como tantos otros, confiado en que sus hijos, a pesar de todo, saldrán
adelante, y saldrán indemnes.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNi más ni menos de lo que has dicho. Al final nos queda el amor de/hacia nuestros hijos e intentar seguir adelante con una actitud lo más positiva posible.
ResponderEliminarEs que como nos centremos sólo en lo malo... vamos de cráneo (¡por no decir otra cosa!). Un saludo muy grande :-)
ResponderEliminarEs triste vivir en un país de pandereta como el nuestro :-(
ResponderEliminarPero está claro que hay que mirar hacia delante, intentando que las nuevas generaciones puedan vivir dignamente y, si es posible, estudiar y trabajar en lo que les guste :-)
Muy bueno el artículo!!!
No sé, a este paso habrá que pensar seriamente en coger la maleta y emigrar, como nuestros abuelos.
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