SOBRE BELLEZA, FILTROS, Y UN FANTASMA DE LA ÓPERA
Ignoro si se han realizado estudios rigurosos al respecto, pero estoy segurísima de que los niños perciben la belleza física de las personas de manera muy distinta a los adultos. Creo que las imágenes que perciben sus ojos deben de pasar por varios filtros antes de ser procesadas por sus cerebros.
El primero es el filtro de la inocencia, y es el que les permite ver las cosas sin prejuicios y sin estar condicionados por modas impuestas ni por cánones artificiales.
El segundo filtro es el de la sinceridad (¡aunque más bien deberíamos hablar de un no-filtro!). Indisolublemente ligado al anterior, es el que les lleva a expresar con claridad meridiana lo que opinan, más allá de protocolos y convenciones sociales, es el que les inmuniza contra lo que comúnmente se llama cortesía, buena educación o prudencia, y es el que propicia que suelten perlas que -en muchas ocasiones- nos meten a los padres (que no a ellos, que les tira de un pie) en situaciones embarazosas de tierratragamiento del tipo: "¿Tienes un bebé dentro?" (a una chica gordita), "¡Pinchas!" (a una mujer que acaba de darles un beso), "Me da miedo porque tiene la cara así" (a una anciana con manchas y arrugas).
El último filtro es el del corazón. Es el que les hace poseedores de un código de belleza particular, y el que les lleva a ver a sus seres queridos como los más guapos del mundo (lo mismo nos pasa a los adultos con nuestros niños, ¿no?)
Un claro ejemplo de esto lo viví en carne propia no hace muchos días: resulta que el pasado viernes empezó a hinchárseme la mitad de la cara, a picarme y a cubrirse de costras un tanto supurantes. Os ahorraré mis visitas a Urgencias y mi diagnóstico confuso, sólo diré que cada vez que me miraba al espejo y me veía tan asquerosamente monstruosa y deforme me entraban ganas de llorar (por mucho que Papi intentaba animarme y convencerme de lo contrario). Incluso temía que a mis hijos les diese miedo o repelús, y me lo dejasen clarito con alguna mueca de rechazo, o alguna frase lapidaria de asco. Pero nada más lejos de la realidad: los niños me miraban y me trataban exactamente igual que siempre. En una de estas, el Mediano iba a acariciarme y le detuve la mano (pues los médicos me habían advertido que era muy contagioso, y aún no había ido a comprar la campana de leprosa inmunda), diciéndole: "No me toques, que tengo la cara fea"; y el Mediano, con la espontaneidad y el encanto que le caracterizan, me replica: "No tienes la cara fea, mami, sólo tienes una pupa grande". Prometo que casi lloro al escucharlo. Y aún pasaron un par de días hasta que el Mayor me dijo: "Antes no, pero ahora sí que me da asco" (dí que sí, neniño).
Otro caso de percepción diferente lo constaté ya hace unos meses con el Mayor. Una compañera de clase se mudó y cambió de colegio, y en su lugar se incorporó otra niña muy guapa. El Mayor no tardó en observar la casualidad de que las dos niñas eran bastante parecidas físicamente: el mismo color de pelo, de piel, de ojos... "¿Y cuál te gusta más?", le pregunté (pregunta estúpida por mi parte, por cierto), convencida de que escogería a la niña nueva por ser claramente más mona. Y va y me contesta: "La otra niña, porque sonreía más". Ahí queda eso. Le daba igual la cara bonita, la melena perfecta, la estatura, el porte, el cuerpo, la ropa, el aspecto físico... era la sonrisa lo que le importaba, era la sonrisa lo que eclipsaba todo lo demás, era la sonrisa lo que la convertía en la más bella y la más guapa a los ojos de mi niño, aunque a ojos de los adultos no lo fuera tanto.
Y me pregunto en qué triste momento los niños se aborregan (alguno dirá maduran) y pasan por el aro de "lo único bello es lo que dicta la sociedad (a través de los todopoderosos mass media)". No lo sé, supongo que será un proceso gradual, más acentuado quizá en el caso de las niñas, a las que -penosamente- se les inculcan antes los conceptos de belleza y la necesidad imperiosa de ser guapas, delgadas y sexy.
Recuerdo el caso de una niña preciosa, acomplejada por unos inexistentes kilos de más, que tenía como ídolo y referente de belleza a su hermana mayor, feúcha de narices, pero eso sí, esquelética a más no poder. Su entorno (muy pijos todos ellos, por cierto) las comparaba (qué puñetera manía, caramba) y ¿quién era la más guapa? pues la más delgada, claro. En estos parámetros de frivolidad nos movemos.
En fin, que de todos estos episodios (más o menos funestos) me quedo con tres cosas:
1. Mis hijos me verán guapa aunque me convierta en el Fantasma de la Ópera.
2. Tenemos que aprender a mirar con el corazón, como ellos hacen, más allá de las apariencias.
3. No debemos subestimar el poder de una sonrisa :-)
Y una más: a consecuencia de mi episodio vírico-infeccioso-bacteriano el Peque se ha destetado!!! Pero este es otro cuento, que ya contaremos en otro momento...
Mucho ánimo que pasa rápido verás!!! Lo que si veo que te brota el amor a raudales, quédate con eso!!! Besos!!!
ResponderEliminarLos antibióticos me han hecho mucho bien y la hinchazón ya ha bajado casi de todo, así que sólo me quedan las costras resecas en cara.
EliminarMuchas gracias por los ánimos y por esa frase tan bonita. Un besazo! :-)
Hola María Isabel, estaba buscando un mail para contactar contigo pero no lo encuentro. Asi es que te lo digo por aqui:Te he nominado en mi blog al premio liebster!! Enhorabuenaaaa!!!
ResponderEliminarpuedes ver en qué consiste aqui:
http://www.historiasdepitufines.com/2013/12/premio-liebster-award.html
Muchas felicidades!!
Muchas gracias, Lydia! Un beso :-)
EliminarAyyyyy.... que ya estás casi recuperada!!! :-)
ResponderEliminarAhora ya podemos volver a achucharte como antes, sobre todo los peques. Muy bonito tu post, ojalá muchos adultos dejasen de tener esos cánones de belleza tan estúpidos que les acaban metiendo en la cabeza a los peques, y sobre todo a las niñas que acaban acomplejadas y enfermas.
Besitos
Pues sí, que ya está bien de que sólo se valoren lo exterior y las apariencias, cuando lo que cuenta es "el relleno":-)
EliminarBesos!!!
Jo, Isa espero que estes mejor de lo de la cara. Te mando un abrazote fuerte.
ResponderEliminarMe han encantado tus reflexiones, como siempre. Deberíamos aprender a conservar la mirada de los niños, tan limpia tan pura, pero en el camino de los años se nos contamina, no solo por los mass media, no creas.....infinidad de experiencias tambien nos forjan a ser más superficiales.
me encantan las ultimas reflexiones:..... yo me alegro, me congratulo además, de haber sabido elegir a personas de mi vida no por su físico, sino por lo que me aportaban, por su interior. Y claro, la sonrisa es un ingrediente fundamental; quienes saben reirse suelen ser personas muy especiales.
Un besote, primor.
mejorate.
Gracias! Ya estoy prácticamente recuperada y mañana acabo de tomar el antibiótico (que por cierto sabe muy rico) :-D
EliminarUna buena sonrisa es el mejor accesorio de belleza :-)
Besos!
No estoy de acuerdo los niños tienen 1 percepción diferente a la de los adultos eso esta claro pero también está influenciada x canones de belleza como la tv el intenet, son más tajantes para ellos 1 mujer sin maquillaje es considerada fea mientras q 1 q lo tiene la ven con hermosa, no gustan de las imágenes o facciones gruesas tienen 1 sentido limitado a diferencia de 1 persona adulta q ve la vida con más matices y no es tan cortante
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